
de entenderte tan profundamente
que ni siquiera vos llegaste
a ese lugar del alma
en el que yo me siento a contemplarte.
Y por ser
soy testigo de tus tormentas
y por estar, soy malhechor de tus vergüenzas
hacedor de tus dolencias
recolector de tus miserias.
Y a pesar
de estar ajada y descolorida
de estar vencida ante vos misma
sin fuerzas, lesa, desconocida
yo sigo encontrando esa magia escondida
que siempre brilla
en el albor de tus mejillas.
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