sábado, septiembre 28, 2024

Siendo argentino

Siento en el cuero el dolor de los padres
que no cerraron los ataúdes de sus hijos,
siento el olor de los viejos que temen 
porque no tienen, porque no pueden,
siento el dolor de los niños
que curtidos por el hambre y el frio
han perdido la niñez y la inocencia.
Ya no hay brillo en el mirar.

Me despierto cada noche
con la garganta apretada
por un grito que no es mío
y me asfixio en el horror
de ese grito que oclusivo
me recuerda sin querer
el horror, el tanto horror
que en esta tierra sucedió.

Siento el grito sordo del caído
que ya no puede levantarse
del abandonado,
del que ha dejado atrás
toda oportunidad de esperanza
y que agónico se enfrenta a una vida
ya sin ánimos de vivirla.

He abierto una ventana
que nunca más se cierra
no detengo el aire que entra
ni a las ánimas que en pena
vagan entre el cielo y la tierra
reclamando una justicia
que nadie tiene en cuenta
y que no les puedo dar.

En la soledad
en lo más oscuro
mi alma se estruja
mis tripas crujen
la carne hede.  

Me falta el aire.
Es la soga imaginaria de la realidad
que me aprieta la garganta
y, lentamente, asfixia la ilusión
de que tal vez mañana,
tal vez mañana...





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