Encuentro tu cuerpo en la oscuridad de mi pensamiento
el tiempo no está tan mal
si le permiten a mi silencio encontrar
palabras, donde no hay.
Mirando tus ojos entrego mi corazón
con un te quiero
y no hay lugares donde no estás.
La vida pasa como, por un anaquel
Y encuentro el momento preciso para gritar tu nombre,
a la rosa de los vientos,
gritar tu nombre.
Y si perdí la razón,
fue por tu corazón
marchito,
que al viento rancio se entrega y con él se va
entrego mi alma al dolor y no hago
más que pensar en vos,
sopla fría tanta soledad
sobre la cama donde ni tu sombra está.
Cuánto dolor que hay en el corazón
donde el olvido está.
Cuánta bondad que hay en el corazón
donde el olvido está.
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