
una copa de vino
el humo de un cigarro
un cerillo quemado
unas pantuflas compañeras
una ventana con gotas de lluvia
unas nubes paseanderas
un horizonte distinto.
Estiban a Soledad
la necesidad
el apego
la inocencia
el tal vez
la esperanza
el olvido.
Arrean a Soledad
la necedad
el recuerdo
la culpa
el desatino
y la mar en coche.
mi Soledad y yo
nos hemos vuelto eremitas
silenciosos
huraños
distantes
expectantes.
Yo y Mi soledad
nos hicimos
complementarios y amigos
cóncavos y convexos
divididos y compartidos
indispensables
hasta que cada cual
encuentre un nuevo camino.
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