donde las paredes y los pisos no hacen más que ayudarme a no olvidarte
donde el cielo en su inmensidad me abraza y te recuerda en cada instante
permitime mantenerme estoico ante un gran todo
que se derrumba a mis pies sin permiso, ni coherencia.
Hoy, tus caricias salen de sus tumbas y recorren mi piel ya vieja,
hoy, mis mejillas barbudas se vuelven rozagantes y mi ser viaja,
un poco sin querer, otro poco con nostalgia, a esos noches de luna redonda
y un río calmo, y la música clásica pintando un poema infinito.
Y yo te quiero para siempre, y duele entonces no tenerte,
y te extraño desde hace tanto que no se cómo ni cuándo
podré aprender a convivir con este vacío.
Que lástima no estés conmigo, cómo lastima
este vacío constante que me recuerda no olvidarte.
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