Mirá que sos jodida eh
nada te sacía, nada te contenta
pedís hasta secar y sacás hasta el último sorbo.
Y cuando llegás, al rato te vas,
dejando al resto díscolos, confundidos y solos.
Pero claro, ahora en mi posición es fácil decirte que sos jodida
por que te miro, admiro y respiro desde la distancia,
una distancia que creo distante pero solo por esperanza,
o tal vez por juventud, que casi casi, en este caso, son lo mismo.
Hay quienes te desean y se sienten atraídos,
que te necesitan, que te piden, que te llaman, que te aclaman
y vos te hacés la distraída, distendida, desatendida,
como si nada pasara, como si nadie te llamara.
Tenés eternidades de vidas encima,
tiempo suficiente para aprender a hacerte la gila.
Si hasta pareciera que preferís no aprender a vibrar,
a entender, a amar, a odiar, a todas esas cosas,
confusas pero hermosas, de las que pecamos los humanos.
Pensar que muchos te imaginan, flaca y desflecada,
con cuerpo de hueso y por piel tu andrajoso vestir.
Yo en cambio te imagino de abundante cabellera, de sensual andar,
con las carnes calientes del infierno a cada paso que en el tiempo das.
No me detengo a pensar en vos en primavera, ni en otoño, ni en verano
a veces en algún frío invierno, sí te imagino coqueta, golpeando la puerta
susurrando siempre el nombre de un vecino que se embarca con vos y se va,
navegando a la deriva entre tus confusas mareas que dios solo sabe a que puerto llegarán.
Espero cuando llegues y preguntes por mi nombre,
estar dispuesto a acompañarte y entregarme sin lucha,
tomarte del brazo e irnos juntos, allá donde los sueños y la vida,
finalmente, se terminan.