martes, marzo 27, 2007

Caos Organizado -- Novela -- 14ava entrega -- viene del 14/03/07

A partir del 14/03/07 y por sesentaidós capítulos, todos los días voy a estar subiendo de a dos capítulos, esta apasionante novela, madre nominal de este blog. La misma lleva por título, Caos Organizado, podrán encontrar aquí muchas cosas que nos hacen y deshacen como seres, personas y sociedad. Tal vez alguno pueda sentirse reflejado en ella, o encontrar la sin razón del porque y las razones de sobra que tiene cada por qué. La dejo en vuestros ojos y en vuestras manos con la esperanza que disfruten al leerla, tanto como yo al escribirla.-

Caos Organizado -- Novela

XXV

Colifa se puso de pie y se fue tras la barra con un gesto de preocupación en su rostro que serio pensaba.
-Y a éste?
-Está preocupado por Anselmo...- resopló Gésus mientras jugaba con una servilleta entre sus dedos viéndolo a Colifa metiéndose en la oficina.
-Yo lo vi bastante bien.
-Porque lo conocés poco...
-Es posible...- verse el uno al otro a los ojos los obligó a introyectarse silenciosamente.- Y por qué Anselmo podría estar preocupado?-

Anselmo suspiró y Colifa carraspeó.
-Hace cuánto que estás ahí?- se sorprendió Anselmo.
-Menos de lo necesario... qué te está pasando?- Colifa se acercó a Anselmo mientras éste, posaba a Nosferatu sobre la mesa, que lisiadamente avanzaba hacia Colifa hasta llegar a él. Colifa lo tomó entre sus manos y se sentó frente a su silla del otro lado del escritorio.
-No sé...- suspiró ocupado en sus quehaceres mentales- ya maté dos personas y cada vez todo se enquilomba más y cómo vienen los santos marchando parece que ésto seguirá en masacre y a nadie parece importarle...- Anselmo se llevó el dedo índice y éste le acarició el labio inferior pensativo-... a menos que...
-Qué?
-A menos que... no sea que a nadie le importe...
-Si no que tal vez no se dan cuenta...
-Y es ahí fundamentalmente donde funciona mi miedo, tengo esa sensación que sólo se tiene frente a grandes catástrofes...
-Hablás de una sensación cómo cuál?
-Cómo esas noticias insulsas que sabés que se sacan al aire para tornar todo confuso y mientras la confusión dura, otros temas más importantes se desvanecen y nadie sabe más nada de eso.
-Si, pero por lo general esas noticias salen del gobierno para cubrirse.
-Y qué con eso?
-Que ahora al gobierno no le interesaría mucho andar cubriendo noticias.
-Por qué... y si a Talmarital se le ocurre presentarse a elecciones de nuevo después de la anarquía?- Colifa hizo un silencio.
-Es posible... pero no creo que venga directamente por el lado de nuestro gobierno.
-Claro, cómo si el gobierno fuera lo más poderoso que una nación posee, por favor vamos!- Anselmo se puso de pie y empezó a dar vueltas nervioso por todos lados.
-A vos no es ésto simplemente lo que te preocupa.
-Qué querés decir?- Anselmo en serio estaba nervioso.
-Nunca, a excepción de un par de veces en las que estabas realmente en peligro, te habías comportado así... Qué tan mal están las cosas a tu alrededor?- Anselmo resopló con fastidio mirando hacia otro lado.
-Hay cosas de las que sabés que no puedo hablar con vos, ni con Gésus.
-Vos y tu puta manía de no mezclar los negocios con los amigos!- Apoyó a Nosferatu sobre la mesa y éste se quedó dormido. Colifa de pie y a la distancia adecuada daba vueltas enojado.
-Es lo único que nos mantuvo unidos!- quiso tener razón Anselmo.
-Por Dios te grabaría y te mostraría la grabación cuando todo haya pasado..." es lo único que nos mantuvo unidos"... Pelotudo!- bramó Colifa. Haber visto la cara de Anselmo ante semejante reacción.
-Sí no? estoy hecho un pelotudo...- Anselmo se hundió abatido dentro de la silla de Colifa.
-No sólo eso, toda ésta cosa que estás haciendo adentro de tu cabeza no te lleva más que a confundirte y evadirte a vos mismo.
-Qué querés decir?
-Qué querés decir, qué querés decir!- burlándose.- Cobarde!- Anselmo rió alegremente triste.-... tenés un miedo que te come hasta los cojones!
-Para menos... ojalá supieses cuál es mi sospecha!
-Ojalá... Ves qué estás hecho un imbécil! Que yo sepa de tus sospechas depende pura y exclusivamente de vos.
-Mirá, si tan silencioso estuviste parado en la puerta mientras yo hablaba con Nosferatu, mal que mal tendrías que por lo menos haberme escuchado cuando hablaba con él.
-Desde cuándo me meto yo en tus conversaciones privadas?
-Desde hace un rato, caradura- rió desfachatadamente Anselmo.
-Que haya estado acá, no significa que te haya escuchado.- dijo sonriendo Colifa mientras escuchaba y veía las lindas risas de su amigo.
-Es verdad, pero te puedo asegurar que si me hubieses escuchado me ahorrarías un montón de problemas...
-Y sí, Anselmo... pero no fue así, a uno le gustaría que la vida fuese como uno quiere y le gusta... pero uno de los secretos de la vida radica justamente en que hay cosas que hacemos que pueden llegar a quedar o a ser como queremos... pero, hay otras, que ni a cambio de nuestra vida van a cambiar, esas cosas quedan. Aunque malo sea que existan... Es allí donde uno tiene que aprender a vivir... parte con lo que le gusta parte con lo que no. Así es la vida!
-En serio señor filosófico qué así es la vida?- dijo Anselmo irónico y molesto-... pero mire usted que sorpresa! Por más que así la vida haya sido parida, uno la puede hacer más amena, uno la debe hacer más amena!- levantó su índice y el volumen de su voz a la vez. Colifa lo miraba de soslayo mientras acariciaba con el anular la cabeza de Nosferatu.
-Estás hecha una loca hoy!
-Cómo si me gustase estar así!
-Qué es lo que te pasa huevón.?
-Vos hablás con Nosferatu, Gésus sólo, dejá que yo haga...- Anselmo lo miró a Colifa con los ojos como esclusas, Colifa lo miró a Anselmo como diciendo disculpas. Anselmo rió.
-Dale boludo... lo único que nos falta ahora es que nos besemos y nos pongamos a llorar.
-Bueno.- Colifa se puso de pie y avanzó hacia Anselmo que sonriendo retrocedía extendiendo una mano que negativa se meneaba para cada uno de los costados.
-Epa, epa, juira! juira!- decía riendo.
-Venga con Colifa que le va a dar un besito.- Anselmo comenzó a correr en círculos seguido por Colifa que parecía la tía gorda que ningún sobrino quiere, pero que por esos lazos hay que soportar aunque eso mismo signifique blam!. Anselmo cerró de un portazo la puerta de la oficina mientras reía a carcajada limpia huyendo.
-Te asustaste?- Tomó a Nosferatu entre sus manos- Qué miedo no?- Nosferatu no parecía estar de muy buen humor- bueno... no te enojes estábamos jugando con Anselmo- Nosferatu aún ofendido lo miraba por debajo de sus párpados superiores.- Sí ya sé... pero qué puedo hacer yo- dijo encogiéndose de hombros. Nosferatu mordisqueó apenas el pulgar de Colifa.- Sí claro... es que, yo me doy cuenta pero...- Nosferatu entonces llegó hasta la carne hincando un colmillo.- Sí mierda, ya sé!- gritó enojado Colifa llevando a Nosferatu hasta tenerlo frente a sus ojos.- Qué querés que vaya y que les diga, señores ésto se va al carajo y yo no sé si lo voy a soportar, y es más... sé que ni siquiera ustedes lo van a soportar. Querés que les diga, mírense a los ojos en algún espejo, fíjense como todo ésto les está desdibujando el rostro, fíjense en su mirada, miren su carne como trémola solo expele el aroma frugal del miedo, véanse, mírenme! Nunca habíamos estado así, ocultándonos cosas porque sí y entonces mirar de costado para todos lados... Eso querés que les diga? querés que vaya lo agarre a Anselmo y le diga qué mierda está haciendo con ese pibe más que meterse en más y más problemas?. Querés que vaya y le diga a Gésus que es un pelotudo porque se está dejando usar y después como condón usado lo van a tirar en ese riacho al norte de la Ciudad Capital donde siempre terminan los chivos expiatorios... querés que salga a las calles y le grite a cada santo su vela?. No soy quién!- Gritó aún más fuerte y más cerca del rostro de Nosferatu que lo miraba con esa pasividad tan típica de él, babeando sangre sonriente.- Querés que salga, querés que realmente me anime a mirarme a los ojos... Lo hago y sé que estoy cagado hasta las patas, que todos mis miedos están, son grandes y llenos de sombras, que existen y son tangibles como la carne misma... Mis miedos son esa carne, esta carne. Carne que deambula por doquier sin importarle nada, haciendo un camino con la sangre, el sudor y las lágrimas de otros. Qué mierda querés que haga! Qué mierda querés que haga?- Colifa se acercó a su silla donde cayó desmoronado, una pequeña lágrima solitaria y con miedo le recordó a sus noches de niñez con monstruos en los placares y en los debajos de las camas, con madre sentada en la orilla de la colcha, con sus manos empapadas de caricias y en su boca las palabras que prometían que los monstruos ya no estarían, que los monstruos con la luz se irían. Dónde estaría ahora su madre que lo protegió en sus miedos más puros y por lo tanto los más terroríficos. Por qué habría muerto sin dejarle la enseñanza en cómo se matan a estos otros monstruos que son de carne, que sobreviven al día y en la noche viven, que no desaparecen prendiendo tan sólo una luz. Nosferatu lo veía retorcerse entre recuerdos, Colifa ya había caído al suelo temblando con todo su cuerpo, con la columna fría en un vahído que subía y bajaba... con los músculos tensos llevándolo inconsciente a una posición fetal; llorando en el piso de su oficina asido a Nosferatu como niña a su muñeca, llorando como todo un hombre llora, mucho, fuerte, sincero y con ganas.
-Y entonces...- corrió la silla hacia atrás y compartió mesa con sus amistades-... cómo es lo del reportaje?- Fernando se puso de pie.
-Realmente de esta conversación ya escuché mucho... me voy a dormir!
-Estás bien pibe?- preguntó Gésus.
-Sí, estoy cansado y de todo lo que me rodea no entiendo un carajo a la vela. No sé qué pasa, ni qué pasó, ni qué pasará, pero ésto, cada vez a mí... me está llenando más y más las bolas.
-No sos el único.- suspiró Anselmo.
-No sos el único.- dijo Gésus, Fernando lo miró con los ojos en llamas.
-Así que al señor ahora... se le da por quejarse, sepa bien que todo éste carajo es por su culpa.- joven Fernando con joven pujanza. Gésus se reclinó hacia atrás suspirando aburrido.
-Andá a la puta madre que te parió!- dijo al fin, se puso de pie y se fue ante los ojos sorprendidos de Fernando que lo quedaron mirando sin comprender. Corrió tras él, Anselmo los miró a ambos; Fernando parecía un adolescente que había encontrado el amor en el mismo año de la secundaria y Gésus lo de siempre, intolerante para ciertas cosas como la estupidez por ejemplo o como ejemplo. Se reclinó sobre su asiento y en su cabeza el tiempo se había desvanecido, ya que ésta, se ocupaba simplemente de otro menester. Nació una lluvia sin madre que resbalaba tranquila por los cristales del escaparate, cayendo en la cursilería barata, comenzó a sentir a Lucero, cómo ella le recorría cada una de las venas, las neuronas, los pensamientos... la sentía a ella siendo parte de un sueño que despierto Anselmo soñaba, la sentía fuerte y frágil como sólo una mujer sabe serlo, sabía que él la podría cuidar pero no podría evitar que ella se quiebre, si ella misma así lo quería. Impulsado por una sensación salió a la calle a paso redoblado, sin sentir la lluvia. Dobló en la esquina para subirse a su auto, puso la llave en el encendido y echó a andar el carro girándola hacia adelante, yendo a algún lugar que todavía no sabía cuál sería.
-Culpa mía, culpa mía... Mea culpa, sí claro... mea culpa!...- decía Gésus malhumorado a los gritos volviendo a su casa por oscuras callejas de la capital de la República.
-Eh, loco de mierda!- gritó un vecino que asomaba apenas desde una ventana un par de pisos más arriba- en este país la gente duerme de noche.
-Sí disculpe...- entendió Gésus molesto, el hombre asomó la mitad de su cuerpo y sus ojos, debido a la sorpresa, se estiraron hasta un par de metros más acá de Gésus que protestando venía.
-Ey! Usted es... Usted es... Negra vení, llamá a los chicos, mirá quién está en la calle gritando... Ey todos!- gritaba- Negra traeme una cacerola, vamos a despertar a todos... el presidente está caminando por nuestra calle!...- una fémina sombra apareció al lado de la otra que gritaba y así como apareció desapareció-... y Ehhhhhhhhh!- el hombre desquiciado gritaba por la ventana con quicio, con los ojos fuera de sus órbitas rotando girando como si los ejes no existiesen.
-No soy el presidente y nunca lo seré!- grito sórdido; más molesto nuestro Acrata Kalón. El hombre ya tenía la cacerola en una mano y con una cuchara de madera que inteligentemente su mujer le había acercado, golpeaba la cacerola tan, tan, tan.
-Viva Acrata Kalón! Viva Acrata Kalón!- los edificios adormecidos comenzaban a despertarse abriendo sus persianas soñolientas lentamente. Un par de vecinos empezaban a asomar primero y señalaban a Gésus y reían y se abrazaban. Indudablemente estaban todos locos. Gésus los miraba parado en el lugar, tan sólo girando para poderlos ver cómo cada vez eran más y más, cómo tapaban las luminosas miradas de los edificios con su sombra de figura asomada, gritando, proclamando. Unos tímidos papeles empezaron a llover del cielo y una lluvia retórica y sin madre nacía sobre la Ciudad Capital de la República. Una lluvia que daba sobre los ojos de los edificios que molestos y temerosos de que la lluvia los ahogue, empezaban a ocultar sus dulces miradas tras sus párpados persianas. Sólo Gésus escuchaba nítidamente el caer de la lluvia sobre el asfalto mojado que de a poco se inundaba. Metió las manos en sus bolsillos viendo los papelitos que algunos habían tirado. De a uno los levantaba y se los iba guardando en el bolsillo en una silente soledad.
-Ey, acá estabas!- dijo Fernando que venía casi corriendo- Qué estás haciendo?
-Levantando papelitos.... no es tan difícil darse cuenta- resopló explicando aburrido.- Cómo llegaste?- se sorprendió Gésus mirándolo desde la altura de la cintura ya que estaba levantando los papelitos del suelo.
-Claro- dijo sintiendo la estupidez que lo recorría, comenzó a ayudarlo en tal menester sin saber por qué- Seguí los gritos...- hizo una pausa-... de dónde salieron?
-Por lo general los gritos salen de la boca de la gente- contestó mientras levantaba.
-No los gritos, los papelitos.
-Del mismo lugar.
-Qué? la gente escupe papelitos escritos en vez de hablar?
-Si, claro...- Gésus vio a su alrededor y ya pocos faltaban para acabar tal menester.
-Qué hacés levantándolos?
-No me gusta que la ciudad esté sucia, hace mal, trae enfermedades, es como que está desordenado y eso causa caos... Vos?- Fernando se vio las manos y los bolsillos llenos de papelitos.
-No sé... tal vez ayudando...- Fernando vio hacia su alrededor y encontró que tan sólo un papelito quedaba tirado en la vereda.- Es tuyo- le dijo indicando el lugar del último con un movimiento de cabeza. Gésus vio el papelito allí tirado.
-Por qué?- volvió a asombrarse.
-Vos empezaste, es bueno que lo termines.- Gésus lo quedó mirando y recogió el papelito guardándoselo en otro bolsillo, miró a Fernando de rara manera.
-Te invito con algo de tomar.
-Dale.- comenzó Gésus a caminar y Fernando lo seguía despacio, parecía ser que Fernando conocía el camino que Gésus hacía rutinario.- No quise molestarte cuando te dije que vos tenías la culpa de todo...
-No que va! Ya sé eso, no te preocupes, lo que me molesta es otra cosa.
-Qué...
-Todo el mundo señala a todo el mundo y no se fija adentro de uno si hay algo que funciona mal, pero reconocerlo es jodido...- la lluvia los bañaba suavemente mientras doblaban en la esquina y cruzaban en diagonal la calle, tal vez acortando camino. Llegaron a un edificio.- Subís?- Fernando titubeó.- Tengo mujer, no te preocupes...- Fernando sonrió.
-No, si claro, todo bien... es complicado, a mí no me molestan los gustos de la gente, cada cual hace de su culo un pito...- Entraban al edificio y ya subían hacia la casa de Gésus- pasa que a veces resulta una situación agresiva...
-Te pasó alguna vez?
-Un par de veces
-Un par, en serio?
-Sí, y en la primera me dí cuenta que eso no era mi estilo- aseguró Fernando. Gésus ya abría la puerta de su casa y allí entraba, se allegó a una mesita con rueditas con bebidas y vasos, la acercó a las arrastradas a un sillón donde tomó posesión del mismo sentándose allí. Fernando tomó asiento en el sillón que lo enfrentaba.
-Cómo fue eso?
-La primera, conocí a un tipo en una fiesta, me quedé hablando con él, la conversación era amena y llevadera, tanto así que la fiesta culminó y nosotros seguíamos hablando, salimos del lugar hablando y fuimos a tomar un café a un bar... el bar cerró (era de noche). Seguimos hablando como grandes amigos, él vivía cerca y como la conversación se había puesto más interesante decidí acompañarlo hasta la puerta de la casa.- Gésus sirvió dos copas con bourbón, le acercó una y Fernando bebió un sorbo después de haber brindado a la distancia, agradecido y silencioso.
-De qué hablaban?- preguntó Gésus interesado después de haber tomado el primer sorbo de la copa.
-De la vida, política, sociedad, de todo un poco, yo que sé...
-Y qué pasó entonces...
-Llegamos a la puerta de su casa, hizo un chiste que era gracioso al cual respondí con una sonrisa híbrida, a mí los chistes mucha gracia no me causan, sin ir más lejos la mayoría de los chistes me parecen aburridos... también ésto fue lo que le expliqué a él una vez que terminó de reírse porque se sintió incómodo con que yo no...
-Vos no qué?- interrumpió.
-Con que yo no me ría... por eso le había explicado ese asunto del chiste a él...
-Sí entendí pensaba en...
-Claro. Callate, dejame seguir...
-Bueno- bebieron otro sorbo de bourbon.
-Me dio un beso.
-Qué?!?!?!?
-Así como lo escuchás, dejó de reírse porque yo no me reía del chiste, me agarró los costados de la cara apresándomela brutamente con las dos manos, abrió la boca enorme y me puso la lengua adentro de mi boca...- Gésus se entró a reír de una forma que para qué te cuento, tomándose el estómago a carcajada limpia. Fernando se sonrojó y empezó a reír.
-Y qué hiciste?- entre jájajas.
-Garchamos- dijo riéndose más fuerte. Gésus dejó de reír.- Vamos, en la vida hay que probar de todo!- Gésus rió entonces aún más fuerte e igual de sincero.
-Nunca me hubiera imaginado.
-Yo que sé, da lo mismo... yo sé que no me gustó nada más, dame más bourbon.- la puerta de entrada se hizo avisar. La hermosa Victoria entraba con cara de culo.
-Qué mierda es esto? Toda la entrada mojada y acá adentro el señor con otro borracho dándole al chupi que da calambre, todos mojados, sentados sobre la felpita del sillón. Ustedes son medio boludos.
-Esta es la mujer con la que vivís?- preguntó poniéndose rápidamente de pie.
-Qué? si te parás pensás que lo del sillón se va a solucionar...?- Victoria que también por supuesto llegaba mojada por la lluvia que descendente allí fuera caía, entró más en la casa atravesando una puerta de la cual salió con un par de toallas y algunas mudas secas. Fernando bajó la vista, mientras Gésus se ponía de pie sonriente besando a Victoria dulcemente en los labios, Victoria le secaba el rostro con una toalla y Gésus tomaba la otra y se la arrojaba a Fernando para que se seque.
-Hola soy Victoria...
-La mujer de Gésus.
-Qué va! lo único que me falta... casarme!- Victoria sonrió cómplice.
-Comieron?- Ambos se miraron cayendo en cuenta que así no lo habían hecho.- Yo tampoco... compramos algo?
-Con esta lluvia vamos a salir?- preguntó Fernando viendo a través del cristal de la ventana.
-No... pedimos por teléfono...- dijo Victoria mojadamente seca.
-Con esta lluvia vas a hacer que alguien salga?- Victoria quedó muda. Fernando también. Ambos miraban a Gésus con cara de desconcierto pero en cierta forma sabiendo que tenía razón.
-Yo cocino algo- se animó Fernando a decir.
-No creo que haya mucho...- dijo con tono caprichoso y entre pucheros Victoria, Gésus suspiró sabiendo que ante una mujer que pucherea cualquier hombre flaquea.
-Yo no me cambié- dijo Fernando- qué es lo que les gustaría comer y dónde lo compro?
-Elegí vos lo que quieras, hay una rotisería doblando en la esquina.- Fernando se echó un piloto sobre los hombros que Victoria sonriente le traía y salió al destino incierto de la lluvia y calles de la República.

No podía quitarse de las retinas la imagen de Anselmo, tanto en el sueño, como en el ensueño que había sufrido. Una lluvia comenzó a mojar los cristales de la ventana de su habitación por donde el pino se veía solitario, allí, en el parque trasero. Se levantó de su cama y un vahído interno hizo girar la habitación a su alrededor, manoteó una de las cabeceras de la cama para asirse y así no desmoronarse, cerró los ojos y se los refregó con fuerza con la mano libre, removió con ésto todo mareo; pero la imagen de Anselmo seguía frente a sus ojos y en su pecho sólo gobernaba la sensación de salir a su encuentro. Bajó las escaleras en una corrida y salió por la puerta de calle sin siquiera ver a la nueva criada llevando la comida recién hecha a la mesa donde sentada y hambrienta Malicia esperaba. La puerta se cerró cuando la criada levantaba su dedo índice para detener a Lucero pero ya era tarde, ya se había ido. Se subió en su auto y encendió el mismo, aceleró y se perdió dentro y entre la lluvia. Manejaba nerviosa con una rara sensación en el pecho. El deseo de encontrar a Anselmo crecía, manejó sin rumbo fijo por un rato perdida entre elucubraciones y dilemas, giró en la esquina justa para toparse de frente con otro auto que venía. Frenó dejando caucho humeante en la calle mojada, se bajó del auto a las puteadas a tempo que Anselmo, el conductor del otro auto, que bajaba de misma manera para quedar enfrentados en una mirada sonriente. Se besaron bajo la lluvia mientras se acariciaban sin importar que sea lo que con mañana venga.

XXVI

-Disculpe- extendió su mano y la posó sobre las manos con bandeja de la vieja nueva criada, se miraron.-... con respecto a lo que dijo...
-Qué es lo que quiere saber- puso el plato en la mesa y se sentó en una silla cerca de Malicia que la miró reprochante- No me voy a quedar parada mientras me habla si quiere que le conteste al menos quiero estar cómoda...- le sirvió agua mineral importada en una copa. Malicia deslizó el plato un poco hacia la izquierda.
-Qué es lo que sabe y cómo lo sabe?
-Saber no sé nada, apenas comprendo algunas de las tantas cosas de esta vida austera, y esas cosas que apenas conozco, las conozco nomás por conocer, llámele don, llámele doña...- dos esmeraldas frías refulgían escudriñando.
-No se haga la mosquita muerta, quién la mandó? qué es lo que quiere averiguar?
-Nadie me mandó, usted me atrajo.- Malicia enloqueció y ciega de cólera extendió su brazo violentamente hacia la criada que inmutable esperaba. La mano de Malicia quedó seca en el aire, la criada se puso de pie en un grito horrorizado, Malicia se miraba la mano y titubeaba.
-Por Dios, ya está pasando de nuevo, ya está pasando de nuevo- decía la criada asombrada.- Malicia miraba su mano y a la criada.
-Qué es lo que está pasando de nuevo, qué es?- la mujer negaba con una mano hacia adelante mientras con la otra se tapaba los ojos.
-Estoy despierta! por Dios estoy despierta... Es usted!- le dijo entonces señalándola con el brazo y con los cinco dedos extendidos hacia Malicia que la miraba temblando, con los ojos opacos y cara de desconcierto temeroso- Usted! Es usted!
-Si soy yo!- dijo Malicia inconsciente poniéndose de pie, brava de furia, llena de mareas tempestuosas en sus manos y en su turbada mente que poco entendía lo que veía.
-Salga de acá, salga!- gritaba la criada arrastrándose de temor hacia la puerta.
-Pensaste que podrías...- Malicia hablaba distinto, se le había secado la voz, y la piel, sólo sus dos esmeraldas brillaban como el mismo demonio brilla en su cambalache.
-No por favor, no por favor...- repetía avasallada la criada que retrocedía e intentaba llegar a la puerta.
-Maldita- Malicia se le abalanzó cayendo sobre ella, forcejeaban, y cómo forcejeaban. Malicia sacaba algunos cabellos desde la raíz y la anciana se preocupaba en no encandilarse con la esmeralda mirada que la miraba asesina. Giraron un par de vueltas por el suelo de la sala, una tratando de salvarse de la otra, golpearon contra el sofá y después contra la mesa del teléfono, ésta se tumbó cayendo el aparato al suelo, con una mano Malicia tomó el cuello de la criada y con la otra el teléfono tumbado, lo alzó tan alto como se iza una bandera y flameó en su ojos una llama victoriosa sobre su adversaria que en un silencio tomó la mesa caída y con la pata larga de la misma se cubrió el rostro en el instante justo en que el teléfono se le acercaba a la cara para golpearla y terminar. El ring empezó a sonar histérico allí a dos centímetros de la nariz de la criada que luchaba a capa y espada, pero con la mesa que servía de sostén al ahora peligroso aparato. Al sonar, ambas se miraron desconcertadas. Malicia se puso de pie sin pensarlo y se acercó a la mesa del teléfono en la sala y atendió la llamada algo confundida. Malicia cortó la comunicación y se quedó viendo fijo a la criada que la miraba desconfiada y recelosa.
-Es todo, muchas gracias, no voy a comer más...- dijo dándose media vuelta.
-Señora aún no ha comido nada!- exclamó la criada desafiante- venga siéntese, coma a gusto...- Malicia accedió sin saber el porque. Tomó asiento de nuevo en la cabecera y volvió el plato a su lugar, tomó el cuchillo con la zurda el tenedor con la diestra. Comenzó a cortar despacio y segura, como quien corta esperando que algo a su alrededor suceda. De a poco trozaba, pedazo por pedazo con una fina sensualidad enseñada por algún conde en aquella infancia donde tampoco fue feliz, la temprana muerte de su madre en el día de su nacimiento, la gloria heredada de su padre al caer por la ventana mientras jugaba con ella a las escondidas en su casa de campo. Su hermano muerto bajo una capa de hielo de un lago congelado. La vida no le había sido fácil, se había encontrado con más problemas que la vida misma, ni siquiera su aya, la abuela de Esperanza con todo su cariño y su comprensión de madre la habían llevado por otros lares. Ni el nacimiento de Sortilegio, la madre Esperanza, le había amenizado el corazón. Apenas Sortilegio llegó a la casa, un mar de babas loas y caricias la coronaron y Malicia, como pobre infante en aquella época ardió por dentro, llena de vagas confusiones y delirios que juraban poco. Recordó a su padre cayendo cuando el tenedor se zafó de su presa y ésta salió volando hacia un costado cayendo al piso, rebotando un par de veces, hasta quedar boca abajo sangrando y Esperanza en el patio jugando con los otros a las muñecas. Sortilegio le había mirado a los ojos con el corazón roto lleno de amor y le había prometido que ella no sufriría más.
-No voy a morir sola, no caes ahora conmigo porque tu caída es desde más alto, la maldad siempre te ha dado fuerzas, pero la maldad termina seca...
-Vos morís y atrás tuyo va tu hija- recordó haberle dicho.
-El día en que le levantes la mano a Esperanza va a ser el día en que hayas firmado tu carta de muerte, te van a correr las calamidades y tu odio va ser fuente de juventud que te va renovar al tiempo en que te seque y te enloquezca hasta que ya no puedas soportar más y te mueras, te maten o te suicides, no vas a descansar en paz hasta que te disculpes.
-Lo veremos...- la mirada esmeralda se levantó del suelo, de allí, desde ese sitio donde la porción de comida había caído, se levantó para quedar confundida ante los ojos de la criada que con los ojos enjugados en lágrimas la veía meneando la cabeza sin saber qué hacer o decir. Empezó a sentir el bullir de su sangre recorriéndole el cuerpo con un frenesí histérico. La criada horrorizada se puso de pie y Malicia con cuchillo en mano se le abalanzó sobre la garganta la cual exclamó en un sólo quejido una torpe catarata de sangre que salía como agua de la fuente. Malicia se tomó la boca y no pudo decir nada, se cubrió el rostro y salió hacia arriba disparada como alma que lleva el demonio. De a dos o tres subía los peldaños de la escalera hasta llegar a su habitación donde Elea seguía gimiendo desesperada con las muñecas y los tobillos sangrando debido a la fricción de las ataduras que la ataban. Llegó hasta la cama y empezó a desatar a Elea rápidamente, un estruendoso ruido a madera resquebrajada subió desde la planta baja y unos pasos bestiales corrían escalera arriba, la bestia entró en el cuarto y Elea ebria de lujuria, sonriendo cumplido su sueño de tener a la bestia bajo su merced para mediante su parte noble sodomizarla o sodomizarse, lo que mejor resulte, como perra en celo se frotaba contra la bestial figura de Elbéstides que la miraba con asco, desgano y desconfianza. Malicia tomó una silla y se la partió a la bestia en el lomo mientras Elea seguía su libidinoso menester; la bestia se sacudió de encima a Elea como si ésta fuera una mosca, y tomó a Malicia por el mentón con una sola mano. Dos metros más allá, cayó Elea sobre algunos de los restos de la silla, se puso de pie y saltó como chita sobre gacela para seguir fregándose contra la espalda de Elbéstides que sostenía en el aire a la brava Malicia con los ojos enjugados de remordimientos. Elea acabó en un orgasmo que le destrozó el corazón en miles de distintos pedazos.
-Vos le hiciste muy mal a mi chiquita...- le dijo.
-Matame cobarde, me vas a hacer un favor!- Elbéstides sin demasiada fuerza cerró la mano y Malicia quedó pulverizada toda ella allí nomás. Elbéstides bajó la vista para ver la montañita de polvo que Malicia había formado; una lágrima rodó en forma de Esperanza por su rostro cansado y triste que sólo buscaba a Lucero o a Fernando para que lo contacten al doctor.