domingo, julio 08, 2007

Mes de Julio Top 31 de Caos Organizado el Blog

Durante este mes vamos a compartir las 31 entradas que más han gustado al escritor de este blog, por lo que en los 31 días que siguen vamos a rememorar los escritos escondidos en el pasado, que de cuando en vez se asoman a saludar desde la ventana que el presente ofrece para que uno pueda mirar atrás y no olvidar que la base del futuro es este presente que hacemos en base al pasado que forjamos a su tiempo. Iremos de a poco, sin orden de preferencia, uno a uno por treinta y un días dejando en el tintero algunos de los que han quedado para en cualquier momento, sin vergüenza, reaparecer.

Con ustedes el cuento intitulado Laberinto, perteneciente al libro llamado "...Cuentos"... Subido al Blog el 13 de Febrero del año 2007.

Laberinto

Desayuna al pie de su montaña, el cielo gris le lame las cimas coquetas y engristecidas, besa gota a gota el suelo que pisa, que vive, del que se alimenta. Hay vida por doquier y locos también, el diario diarréico muestra las mismas noticias de siempre y el exilio tiene sabor a memoria. La tristeza eterna de lo arrebatado. El tiempo fúnebre golpeando las abiertas puertas del pasado siempre dispuesto. El mozo se acerca con la taza de café humeante y los croissants. La distancia nos distingue haciéndonos distintos.
-Acá tiene su cafecito señor Olaya.- dice gentil y con tono socarrón. Desde que Deportivo Dálmine va primero en la tabla de posiciones, no hace más que mirar a todo y a todos desde arriba, con cierto tono despectivo.
-Gracias Pedro, pero le pedí una gaseosa, ya desayuné en casa.-
-Pero usted piensa que así voy a poder comprarme la cuatro por cuatro? En este país nadie quiere ayudar a nadie...-
No pierde tiempo en lamentarse ni en sonreirle, a veces es mejor omitir respuestas, uno entiende que es lo que están diciendo, pero que es lo quieren decir depende de tantas cosas distintas... del estado de ánimo, del estado del clima, del estado y sus regularizaciones y desregularizaciones que azotan, acarician y exilian; por eso a veces por supuesto, es mejor omitir opiniones.
-Cuando yo me compre la mía por ahorrarme la plata de los desayunos, te llevo a dar una vuelta... traéme la gaseosa por favor.-
Pedro se dio media vuelta y entró en el bar con la bandeja llena de despreciado desayuno.
-Che Marcelo, el viejo Olaya está tururú de nuevo.-
-Otra vez te bochó el desayuno, que dice que pidió ahora?-
-Gaseosa, podés creer? Damela sin abrir a ver si todavía me la rebota de nuevo...-
- Dale, marcha la gaseosa. Tratalo bien al viejo, es un buen tipo. Desde que le chuparon a los hijos que anda medio jodido.-
-Si, si, ya sé. El otro día me estuvo diciendo lo feo de estar exiliado, y lloró durante horas recordando las aventuras y desventuras que tenía en el barrio de Flores...-
-Pobre hombre... ni ganas de sonreir me dan sus locuras ya, hace cuanto que viene y hace lo mismo?
-Creo que desde hace veinte años... antes lo atendía Abel, te acordás?-
-Abel... - suspiró recordando- el otro día me crucé con su hijo, me dijo que el viejo ya está para atrás, que está perdiendo la conciencia y desvaría todo el tiempo. De tan loco hasta le cambiaron los rasgos y que parece otra persona.- Dicen que a la noche lo podés ver en la plaza del centro tratando de alimentar murciélagos con pedacitos de manzana e insectos que se pasa cazando en su casa durante todo el día.- Mirá, ya no sé en que creer. Según el hijo, toma tanta falopa que a las siete se acuesta y hasta el otro día no se despierta.-
-Pobre Abel, era una institución acá en Flores.-
-Ni que lo digas, fue mi maestro más claro, no solo me enseñó servicio, también me enseñó a responder y entender al viejo Olaya.-
-El viejo Olaya! Casi me olvidaba, llevale la gaseosa antes que se ponga a gritar que es discriminado por ser exiliado.- Pedro se golpeó la frente con la palma de la mano recordando el sin fin de oportunidades en que el viejo había levantado su bastón guerrero al cielo, aduciendo que en su barrio de Flores esto nunca hubiera pasado, que claro, el estar exiliado no solo lo hacía distinto si no además peligroso. A quien no lo quieren en su tierra, no tiene tierra que lo acepte cuando se caiga muerto.
-Aquí tiene la gaseosa que pidió don Olaya... pero, pero qué le pasa patrón?- El viejo tenía los ojos llenos de lágrimas y los labios apretados con fuerza.-
-No te das cuenta Abel? No te das cuenta lo que pasa en el mundo?-
-No se preocupe que todo va a seguir igual, en nuestras manos apenas caben las posibilidades de lograr un cambio.-
-Pamplinas Abel! Pamplinas! Yo enseño a mis hijos a pensar y ser libres, a decir que no, a ser íntegros, les doy las armas para ser mejores en un mundo que cada día deterioramos más. Vas a ver cuando mis hijos sean grandes, vas a ver de lo que ellos son capaces...-
-Y si tanta esperanza guarda don Olaya, por qué llora?-
-Mirá el mundo que logramos Abel, un mundo maldito lleno de parcialidades y estructuras. La gente elige lo bueno y lo malo según su propio punto de vista y criterio, van al zoo y alimentan a los animales, alimentan a los perros callejeros, a los gatos libertinos, a las palomas de las plazas, a las vacas que engordan, a los pavos que no piensan, a los caballos que montan y nadie alimenta a los murciélagos, alimentamos nuestros egos y carencias según nuestra conveniencia, para así sentirnos libres de nuestras propias culpas. Nos desdoblamos y damos a otros lo que queremos para nosotros, y nos reflejamos en los espejos de los ojos que nos miran, y al tener necesidades, les transferimos nuestras necesidades y los corrompemos corrompiéndonos. Qué pensás que son las limosnas? Cuesta menos dar una limosna que pagar un psicólogo o mismo que darse cuenta y aceptar la responsabilidad de las causas que causamos.-
-Bueno, bueno, don Olaya, no se amargue... le prometo que si esta noche va a la plaza del centro voy a estar dándole de comer a los murciélagos.-
-Se sonrieron, don Olaya al sentir la caricia suave en el alma que Abel le había dado, Pedro en cambio sonreía de bueno, mintiendo apenas, dándole un poco de esperanza al viejo.
-Yo llevo unos mosquitos entonces, y a las once de la noche nos vemos en la plaza.-
-Sea.-
Todo el día pasó raro en el bar después que don Olaya se retiró caminando por el barrio inglés de Flores, se fue perdido como siempre en su mundo vivo de pasados y recuerdos que anárquicos pasaban como desfilando por sus sentidos sentidos.Todo el barrio quiere a don Olaya, son buena gente y sienten ese no sé que en el alma por él, son simpáticos y educados.
-Que pintoresco es caminar por este país, por esta ciudad, aunque claro, nada se compara con Flores.-
-Hola don Olaya - lo saludó Carlitos el vigilante que hablaba con Antonia la panadera.
-Hola Oficial! Hola Isadora! No la arreste, miré que ella no hizo nada, solo lleva esos ojos que la hacen peligrosa.-
-Es terrible usted don Olaya.- Dijo en falso rubor la panadera que coqueteaba con sus luengas pestañas.
-Pobre Olaya... insiste en llamarla Isadora...-
-También Carlitos dos golpes en una semana. Sus hijos desaparecieron y de un día para el otro, la tristeza le secó el corazón a su Isadora. Cuando ella murió, él murió con ella.-
-Decían que era costurera.-
-Por eso nadie puede remendar su corazón hecho jirones...-
La tarde de Olaya pasó rápida persiguiendo y guardando mosquitos, no así la de Carlitos y Antonia, no así la de Pedro y Marcelo. La lluvia se había hecho dueña de la ciudad y caían interminables cantidad de gotas del tamaño de las lágrimas del que por favor llora. El bar estuvo vacío durante todo el turno y los croissants de Antonia fueron apenas comidos por Carlitos que todas las tardes pasaba a tomar la merienda y hablar con Marcelo y Pedro de las cosas de la vida. Siempre hablaban de fútbol, por lo que este año Pedro, desde su ganado pedestal, los dejaba llenarse la boca de palabras hasta que resumía toda frase con un punzante " por algo vamos primeros". A veces hablaban de lo ricos que estaban los croissants de Antonia, y otras, del viejo Olaya. Hasta que anocheció, como todos los días desde que el mundo es mundo, llega un momento en que anochece y la mágica luna muestra su cara por entre todas las nubes que cansadas y desagotadas se abren para dejar campo libre a un mar de estrellas ocultas detrás un manto claro de luz y smog.
Pedro daba vueltas a la manzana y pensaba; desde el banco veía ansioso y expectante a que algo sucediera, el día, el no sé qué y la vida lo habían llevado hasta la plaza del centro de Flores... en su cabeza la frase de Olaya le había quedado rebotando "nadie le da de comer a los murciélagos". Sonreía pensando en quién estaría más loco, el loco que habla o el que lo escucha y en su palabra encuentra la posibilidad. Loco o no, tal vez tenía razón.
En otra vuelta de manzana, vio llegar a Olaya al centro de la plaza, y sentarse en otro banco, en otro más allá de donde él estaba. Miró la hora, eran las once, las once en punto, en tanta irrealidad mantener un hilo de realidad suena metafórico. Hizo el esfuerzo para ponerse en pie cuando de la nada, detrás de ese árbol, una imagen desgarbada y antigua, aparecía como una sombra con una bolsa llena. Lo vio a Olaya ponerse en pie y aproximarse hacia la sombría figura de bolsa en mano, lo vio levantar los brazos y abrazarlo, sintió los brazos de Abel bordeándolo, agradeciéndole esa noche, agradeciéndole estar con él, juntos en la plaza de Flores tirando tiras de manzanas al cielo y liberando enjambres de mosquitos para alimentar a los murciélagos.
El sol irrumpía suavemente en la oscuridad de la noche, Olaya y Abel se habían ido hace rato, en cambio Pedro no fue capaz de moverse del lugar donde estaba, se quedó allí duro, toda la noche, observando perplejo a los dos viejos que echaban más y más alimento al cielo mientras gritaban felices los/sus nombres del pasado y se abrazaban y lloraban bajo la lluvia de pedazos de manzana que volvían. Pedro no fue esa mañana a trabajar, ni esa, ni la siguiente, ni ninguna otra mañana más. Se quedó petrificado allí por siempre, pensando en la montaña, en la lluvia, en el diarréico diario lleno de repetidas noticias vanas, en la lluvia de manzanas, en el cielo que besaba y en el tiempo, que a pesar de nosotros mismos, nunca deja de pasar.