No me olvido,
no me olvido de los golpes,
de las mentiras, de las apretadas,
no me olvido de las amenazas,
del no te metas, del callate la boca,
no me olvido de la picana,
del encierro y del asesinato porque si.
No me olvido,
no me olvido de las banderas,
de las protestas y las armas en las calles,
las bombas en las plazas,
las masacres en las escuelas y cuarteles,
los esconderijos, la revancha,
no me olvido de los asesinos
que estuvieron en todas las veredas.
Recuerdo al extremo,
al laburante, al que con el lomo
llevaba el pan y la comida a su mesa,
al pibe que estudiaba y buscaba alternativas,
a los chicos en las plazas con los lienzos cortos
correteando como locos jugando a la mancha venenosa
a los cadetes administrativos dando vueltas por las calles
a las madres que perdieron todo en tan solo
una apretada de gatillo.
Nunca debemos olvidar la barbarie,
siempre debemos recordar a quienes
a pesar del caos reinante,
igualmente salieron adelante.
Espero que tanto los que recuerdan
como los que nunca olvidan
puedan perdonar y no guardar más
rencor ni dolor en sus corazones.