
partí hacia la mar prontamente,
buscando mi Atlantis,
entre conchas marinas
e hipocampos, solapado,
saludé a Neptuno
al entrar en su hogar.
Uno,
que oyó la voz lúgubre,
se apartó de lo oscuro
generando sombras
que algo aterrorizaron
en mi, en mi más profundo yo.
Lo cubrí de maldiciones,
de amenazas.
Exclamó a viva voz:
"Estúpido tú
entre todos los hombres,
estúpido eres
entre todos los milagros"
Llegaste a mi,
voz de un momento,
para advertir a tiempo
y sacudir con tu hecho
en lo más profundo,
mis miedos,
mis aciertos.
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