Con vos creí en los unicornios,
en el para siempre;
valiente y sin porqués
construí ansioso mil y un castillos en el aire
sobre flores colorinches de habichuelas sin límites.
Y tejí alas con cera
con las que orné mis tobillos
y los cansados lomos de algunos leones con rostro de pájaro;
me entregué,
manso como las hadas del bosque,
a la silenciosa música con la que la brisa obliga
a los duendes perversos a olvidar los estragos
que hace el humano en su imbecilidad.
Creí en vos, en mí,
en el cielo que nos cubre
y en el río que pasa y cuenta.
Te miré tanto a los ojos que desaparecí por un instante eterno.
Si renací
es porque la muerte no acepta
que el destino se haga cargo
de surcir el imposible.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario