Supo a él serle bien fiel
aunque zaino para el mundo
su córcel era un rocín
tozudo cual jumento.
Supo y fue gran compañero
de arreadas y aventuras
sin caer en la pavura
ni correr ante un estruendo,
pararse supo en las bravas
sobre sus traseras patas
cuidando que su jinete
no se caiga de su espalda,
pero cuando fueron mansas
nunca se echó al descanso
tenía un ojo a cada lado
por eso lo llamaban Zaino.
De norte a sur ha recorrido
de este a oeste ha trabajado
nunca jamás se ha perdido
ya que siempre ha sabido
entregarse sin pelear
a los gustos del destino.
Nunca rebenque le hizo falta
galopaba aunque dormido
dueño de un sexto sentido
para encontrar cuevas y agua.
Ahí cerquita de Zapala
dio el Zaino su relincho
fuerte como el viento zonda
estruendoso cual delirio
cayó redondo al piso
con las patas estiradas
y la lengua que asomaba
de su boca que espumaba.
Nadie sabe que pasó
el por qué de esa muerte extraña
se comenta que tal vez
por ser tan fuerte y con mañas
es que el mismo Dios bajó
de su cielo celestial
y llevó al noble córcel
para que luche junto a él
cuando el mal se desatara.
Lo cierto es que como el Zaino
no hubo ni habrá otro
fuerte y brioso potro
con la sangre bien espesa
y en la cabeza, inteligencia
de la que no tiene cualquiera.
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