Sobre el asiento olvidado
la gris paloma perdió sus plumas
bajo el suelo, las larvas
derrochan su excremento
con avidez y simpatía.
Ha muerto la muerte lenta
y renaciente florece de nuevo
la tumba del grillo sin cuerdas
que el silencio acogió en su seno
se ha vestido de azucenas
para nacer y morir de nuevo.
Brilla una luz cual lucero
allí el insecto se inmola
y la sonrisa pavota
marcada como impronta
festejando sin querer
que otros
son más estúpidos que uno mismo.
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