Por la verita del río
un petisito sonreía
iba a pastar su majadita
que eran cinco ovejitas
de ánimo colorido
caminaba cerca de ellas
las seguía con cariño
las guiaba con silbidos
les silvaba dos cortitos
y la majada se paraba
les hacía un silbidito
y la majada continuaba
uno largo y uno corto
e iban a la derecha
uno corto y uno largo
y giraban a la izquierda
con ojo de pastor
preveía los peligros
siempre andaba tranquilo
caminando despacito
así fue que el pastorcito
a pastos tiernos las llevaba
y de las zonas de jaguares
de a silbidos alejaba.
Una noche de tormenta
la majada espantada
por los truenos que tronaban
salió a la disparada
bajo la tormenta cruda
y en la oscuridad profunda
fue buscándolas de a una
y las llevó a una cueva
diéronse calor de noche
apiladas todas juntas
protegidas de la lluvia
se cuidaron una a otra.
Mientras ellas descansaban
el pastorcito montó guardia
no fuera que un atrevido
un descuido aprovechara.
Al despuntar el alba
el sol ardía en fuego
y en el otro horizonte
la luna brillaba en plata,
se asomaron de la cueva
vieron la extensa pradera
sobre la que un tul de niebla
la cubría como gasa.
Era bien verde la hierba
y un río pasaba cerca
la pastura era tierna
y de él sería esa tierra,
pues nadie nunca en la historia
hasta allí hubo llegado
por lo que el pastorcito
construyose un lindo rancho
hoy tiene mucho ganado
ovejas, vacas y llamas
pero viejo y ya más débil
ya no arrea su majada
pero si lo hacen sus nietos
que aprendieron sus secretos
con silbidos y paciencia
las guían a ricas tierras.
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