Un granito de arena logra que alguien que tiene un arma en la mano, y que apunta a quien cree que merece castigo, pierda el foco, le duela el ojo, y no pueda disparar con la certeza que tenía pensada. Un granito de arena es capaz de detener el engranaje de un reloj que apura a las decisiones, y por apuradas son erróneas, y por erróneas lastiman y traicionan todo aquello que dio lugar a que esas decisiones tengan importancia. Un granito de arena logra rayar el duro vidrio de un parabrisas de automóvil, lograr dejar su huella como pequeña mella que demuestra, que algo tan pequeño, aunque solitario, puede vencer a otro algo más grande y supuestamente poderoso. Un granito de arena logra que una máquina infernal se empaste y no funcione como debe, por esto es, que cada acción, por más pequeña que sea, es nuestro granito de arena, al que pensamos inútil e inservible, sin darnos cuenta que un granito de arena es capaz de lograr tantos males como bienes, enfermedades como sanaciones, destrucciones como construcciones. Cada grano de arena es poderoso por sí solo, imaginate, lo que llega a lograr la sumatoria de cada una de tus acciones al final del día, teniendo en cuenta que una acción tarda solo un segundo, y que en un minuto entran sesenta segundos, y en una hora, sesenta minutos y en un cuarto de día entran seis horas, y que medio año transcurre en seis meses. No hagas la cuenta, el resultado te será indiferente, ya que será tan enorme que lo vas a creer imposible y vas a seguir con otra cosa. Por esto te invito a que no pienses en el final de esta ecuación loca e infinita, lo mío es mucho más simple y claro... Te invito a que pienses que puede lograr tu granito de arena y que lo pongas en práctica.
Tal vez algún día, este oceáno que nos separa, sea apenas una laguna rodeada de una hermosa y cálida arena blanca.
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