jueves, diciembre 27, 2007

El apagón del veintiseis -- Poesía

Mi pueblito estuvo a oscuras
más de doce horas sin una luz que se encienda
ni las luciérnagas perezosas
prendieron sus luces coquetonas
para seducir a alguna hembra
que anduviese por ahí revoloteando calentona.

Y me hubiese encantado poder ver las luces
de mi pueblito bien amado
iluminando tímidas las sombras
separando de lo oscuro los fantasmas de siempre.

Hubiese adorado llegar a vos antes que todo quede en penumbras
pero ya sabés como son estas cosas,
y no quisiera ahogarme en un mar de excusas
donde lo posible se vuelve imposible
por lo que simplemente, de un momento a otro
no pudo ser.

Nunca es tarde para nada ni para nadie
aunque ahora sienta que las doce campanadas
dieron su último tañido, aunque el día venintiseis
cayó desnudo en nuestro almanaque
aunque el azar que golpea a la suerte cada puerta
haya tocado esta vez la mía.

Podría haber intentado más temprano claro
siempre me dijeron no dejes para más tarde
lo que puedas hacer ahora, pero recién ahora puedo estirar mis dedos
para tratar alcanzarte, porque me interesa estar cerca tuyo
aunque el destino a veces intente separarnos.

Ya podemos dormir tranquilos
aunque el barco haya partido
aunque el tren en la estación haya dado su último pitido
y se aleje del andén con toda su fuerza,
aunque el sol haya caído y la noche nos sorprenda a oscuras
en la cima de la montaña
viendo en silencio a mi pueblito apagado
que sin luces pareciera estar dormido.

No hay comentarios.: