entonces me obligué a no mirar por la ventana
ni asomarme por las mirillas
ni mirar para arriba
o escupir el sueño que voy soñando despacio mientras me cuelo en un nido viejo de una paloma que murió hace meses.
Y descubro que en el abismo
todos los colores me llenan con su ausencia
y que en esa ausencia tengo por primera vez
identidad y existencia
Y grito, y río, y bailo, y me señalo
y por vez primera no soy un común entre iguales
soy un individuo único e irrepetible
y soy feliz hasta que entiendo
que no tengo con quién compartirme.
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