viernes, diciembre 29, 2023

El aventón de Caronte

Quisiera contarte entre mis proyectos 
como se cuentan los granos de arroz,
las cosas lindas que aún no pasan pero casi 
o los vacíos casilleros -en el soso blanco y negro- del tablero de ajedrez.

Quisiera sumarte al lomo de mi ilusión llevante 
y sin tantos dimes y diretes 
llegar a cualquier lado
que medie entre esa locura apasionante 
y aquella paz abrumadora.

Quisiera, que en este proyecto,
nadie vote, ni opine, ni construya o desdiga 
cualquier cosa que vaya en contra 
de lo que nos nace de las tripas.

Me gustaría, 
sinceramente, 
que tengamos un rato diferente
entre estas monotonías plagadas de tecnología 
y esos vasos que se vacían sin atender lo que sucede.

Quisiera,
en un mar de estrellas, 
sin pudor reconocernos,
mientras,
a la deriva,
entre miasmas y marismas,
las mareas nos pasean.


martes, diciembre 26, 2023

El Papamoscas

Se me dio por extrañarte,
por sonreírle a la pared
que es como un espejo 
que no devuelve las sonrisas,
por buscarte entre los rincones 
de las rudas peonías
y de los incomprendidos cardos, 
por arriba de los cielos 
y por debajo del subsuelo 
también ahí se me dio por buscarte.

Sé dónde encontrarte;
sin embargo, y de porfiado 
(tal vez guiado por el miedo
que dan algunos para siempre)
es que te busco por dónde nadie
debería ser jamás buscado
pero también es que te conozco 
y si alguien transitó caminos 
que otros ni siquiera se le animan 
indudable es que sos vos esa persona.

Una llave en la heladera
una coca en el desierto 
una nube en la tormenta 
un cuarto en un octavo
la esquina en una ochava
un zumbido que arrulla y alieniza,
no hay duda que sos vos esa persona.

Como verás,
se me dio por extrañarte,
pero no porque te necesite
y que sin vos nada se pueda,
te extraño, porque aun así de rara, 
para mí vos sos perfecta.


miércoles, diciembre 06, 2023

Víktor

Nunca es demasiado y siempre parece poco, el necesitado (ese que carece) parece ser un pozo sin fondo que nada lo colma. Así era Víktor. Alguien solitario pero no por elección; sino, más bien, por destino.

Él nunca habría elegido el cobijo de una caja de cartón ni el asfalto frío como colchón; si por él fuera, estaría frente a un hogar con leños crepitantes, mirando el espectáculo de las llamas danzantes.

¿Será que cuando algunos nacen, Dios duerme y nunca se entera de su existencia?

Una mañana -tal vez de otoño- Víktor entendió que la vida era como la colilla de un cigarrillo ya fumado. No sólo inútil, era basura.  Basura que contamina aquello que toque; y esa contaminación podría durar miles de años, aún siendo un pedazo miserable de nylon prensado envuelto en papel de biblia.

Entendió lo pequeña que era su existencia y el cáncer que causaba a la humanidad.

Un par de zapatos pasaron apresurados por delante de su rostro, esquivando un charco de agua, esquivándolo también a él, como si fuera un pedazo de mierda.

La humanidad es aún más pequeña, pensó.

Giró sobre su espalda y miró cómo su alento, transformado en vapor de agua, se evanecía entre las estrellas infinitas brillando apenas en un cielo eterno que envuelve al planeta y a una incontable cantidad de indistintos sistemas solares.

-Soy un átomo del todo... somos, una molécula finita con principio y fin que está a punto de extinguirse por destruir el lugar en el que vive; como un parásito microscópico que destruye el organismo huésped con tal de sobrevivir un rato más. Somos pequeños... pequeñitos; íntimamente pequeñitos.- jadeó apenas mirando el charco recordando que tenía sed.- A pesar de serlo, sólo somos capaces de generar enormes problemas.

¿Puede Dios todopoderoso generar una piedra que él mismo no pueda levantar? ¡Qué sentido tiene! Eso ya lo hemos hecho nosotros mismos.