En
qué creen los que no creen es un título mentiroso, ya que en ningún momento de
todas las cartas epistolares enviadas entre el reconocido semiótico Umberto
Eco, y Cardenal Milanés, Carlo María Martini, se busca comprender en qué creen
los que no creen. Hay sí, una necesidad extrema de encontrar puntos en común de
las creencias del mundo occidental, ya sean las laicas o las religiosas.
Como
bien sabemos, el mundo occidental, ha sido educado bajo una estricta
religiosidad católica de la cual ni el más agnóstico de este hemisferio puede,
si quiera, creer ignorarla.
Este
libro (que comienza con el representante laico) basa su primera cuestión a
un hombre de la iglesia sobre si existe
o no la esperanza en el hombre luego de hablar del apocalipsis según San Juan.
Por supuesto entonces, que en qué creen los que no creen, termina siendo un
diálogo entre eruditos con postulados históricos, religiosos y filosóficos
sobre el “pathos”* de la
humanidad.
Se
logra intuir acorde van pasando las misivas entre uno y otro, que es la misma
revista Liberal la que va nominando y volviendo “tendenciosa” la conversación
entre ambos, aunque si bien, tanto Eco como Martini, marcan una diferencia
entre creyentes y no creyentes, instaurada por Eco en su primera pregunta, al
final de las cuentas logra que todo termina siendo otro Ciencia vs religión en
donde esta vez, Bertrand Russel no tuvo nada que ver.
La
polémica se desata cuando Martini cuestiona sobre si es posible la ética si no
se cree en algo superior, perfecto y divino, lo que termina desatando una
exageración de respuestas y ataques hacia la iglesia católica, por su historia
de ética ambivalente, por ser perseguida y persecutora, por ser causa y
consecuencia de distintos tipos de atropellos morales, sociales y culturales a
la vez que su fin, ha sido siempre, el amor. Cuestión en la que hace hincapié
el político Claudio Martelli, quien en una verborragia política y cultural
demuestra la importancia histórica para los libros y para el alma que tuvo esta
religión, la cual se equivocó en más de una oportunidad y la cual acertó, en
tantas otras.
Si
bien el libro culmina con una misiva del Cardenal escrita en marzo de 1996, en
donde aclara ciertos puntos que habían generado ciertas incertezas de lo planteado en su última misiva. En esta, aclara que
su intención era simplemente entender como el laico sustenta sus principios
morales.
Entre
el semiótico y el Cardenal hubo preguntas que si bien parecen trilladas y
repetidas a lo largo de la historia, aún hoy, siguen siendo parte de la conmoción,
que según Jaspers, es fuente de la filosofía.
A fin
de hallar una respuesta, me detendré en la carta primera del diálogo, donde Eco
pregunta: ¿Existe una noción de esperanza (y de
propia responsabilidad en relación al mañana) que pueda ser común a creyentes y
a no creyentes? ¿En qué puede basarse todavía? ¿Qué función crítica puede
adoptar una reflexión sobre el fin que no implique desinterés por el futuro,
sino juicio constante a los errores del pasado?*1. Para
el hombre anterior a la filosofía, aquel que vivía alrededor del mito, la
Esperanza era uno de los males que Zeus tenía encerrados y ocultos dentro de
una caja*2. Pandora, la primera mujer creada por esta deidad, sintió
curiosidad por saber que había escondido allí dentro, la destapó, y todos los
males que esta contenía escaparon, a excepción de la esperanza, que se quedó
adentro.
Fuera
del mito, la esperanza surge en el momento aciago del hombre, en el momento en
que la confusión, el desmán, la nada misma se presenta ante él. ¿Qué le queda
al hombre si no es la necesidad de creer que hay algo más allá de este momento
en el que todo lo que siente es una oscura sensación de vacío, pérdida y
oscuridad?
Jaspers
aseguraba que la filosofía busca y muestra en esta honda conmoción una meta
donde ir, meta que hace posible dejar detrás cualquier turbación*3
(claro que también aclara que para que exista la filosofía es condición que
existan también el asombro y la duda).
¿Puede
acaso la esperanza cohabitar en una misma pregunta en donde se la relaciona con
la responsabilidad de construir un mañana? ¿Acaso no es la esperanza un laissez faire*4 en el que uno
no interviene y por lo tanto no tiene culpa, ni responsabilidad alguna? ¿Puede
acaso la esperanza, que es un mal que cohabita entre la conmoción de todos los
mortales, dividir y elegir entre “creyentes”
y “no creyentes”? ¿Por qué creerá el
semiótico que la esperanza es motivada por algo extraño al hombre (como la
creencia o no en Dios), y no motivada por el mismo hombre que es quien la crea
para escapar de su momento de conmoción?
Esta
cuestión de si existe una esperanza en común entre seres, me hace recordar al
banquete de Platón, especialmente a la conversación entre Diotima y Sócrates sobre
si aquello que no es feo, necesariamente debe ser bello, o que quien no es
ignorante, ha de ser sabio. Diotima aseguró a Sócrates que sí existe el
intermedio, el gris, cosa que aquí, en este epistolar diálogo, falta.
En
este juego de extremos (con los que juegan los que “creen”), pareciera que
quisieran hacer ver a los que no creen, que están equivocados.*5
Este
punto de partida ha sido el utilizado por la iglesia desde sus comienzos para
confirmar la existencia de Dios justificando a Dios en sí mismo. En el siglo XI
San Anselmo de Canterbury generó el postulado “Dios es aquello de lo cual algo superior no puede ser pensado”, o
sea, que nada hay superior a Dios, tan solo querer pensar, imaginar, describir,
algo más infinito, puro, sabio y bueno, sería duramente castigado y con suerte
desterrado por la insolencia de creer en algo superior a lo supremo, negando así
el “omnipanismo”*6 a algo,
que cualquier ser sensato que estuviera en sus cabales, tenía la obligación de dar
por sabido sin dudar; y nunca nunca, si quiera, suponer lo contrario. Algo así
como el traje nuevo del rey*7. ¿Quién es tan idiota de pensar que el
rey ha salido desnudo? o mejor aún, ¿quién es tan idiota de hacerle saber al
soberano que ha sido engañado vilmente?
En
el afán de demostrar que el rey no es un idiota, si no en cambio un ideal de “virtud sempiterna”*8 a la
cual se debe aspirar, San Agustín toma ciertas ideas del antiguo pensamiento
griego para transformarlas en verdadera fe. Por ejemplo “vi tus cosas invisibles por la inteligencia de las cosas creadas”*9,
en esta oración, indudablemente hace alusión a aquella “esse”*10 con la que Aristóteles tiró al lodo la teoría
Socrática del Fedón*11; “…Pues
¿a dónde arriba todo buen pensador sino a la verdad?...”*12,
dando por sentado que es Dios la verdad. Si utilizamos entonces el pensamiento
lógico*13, debemos entender que a través del buen pensamiento se
llega a ese lugar mítico al que no llega el cuerpo, un Fedón no de ideas, si no
de “esses”*14 de virtud,
bondad, unicidad, belleza y verdad, al que se llega solo a través del bien y la
pureza.
En
esta carrera en demostrar que una semilla existe con una rama en la mano
adhiere a la retórica literaria el santo Tomás de Aquino, quien en la Suma de
Teología, usando como paradigma la existencia de Dios, demuestra la existencia
de Dios. Podemos encontrar en las cinco vías, frases como “…no se puede seguir así indefinidamente…”*15 o “…tampoco se puede puede prolongar
indefinidamente la serie de causas eficientes…”*16, a lo que
David Hume, alejado de la hoguera, diría ¿Por qué no?*17, si somos
seres de costumbre, no de razón.
Es
irrisorio también que Aquino culmine cada una de las cinco vías diciendo a la
que todos […entienden, llaman, llamamos…] Dios. Este método, podría ser
explicado desde la Alegoría de la caverna, texto donde Sócrates conversa con
Glaucón, y le demuestra que la adquisición de conocimientos está siempre sujeta
a factores internos y externos de cada ser. Estos factores pueden ser manejados
por distintos intereses y estímulos. Aunque si bien, uno no puede cerrar los
ojos ante el mundo que lo rodea, si puede interpretar el mundo que lo rodea
como se lo hayan enseñado o cómo bien dice el filósofo sobre el que quiere ver
la verdad “… No se trata de darle la facultad de ver, ya la tiene. Pero su órgano
no está dirigido en la buena dirección, no mira hacia donde debiera: esto es lo
que se debe corregir…”*18.
Según
esto, entonces, los “creyentes” creen
en algo bueno, que aprendieron porque les fue impuesto pues sus creencias
fueron corregidas en la buena dirección para que se crea en lo que se debe
creer. A su vez los no creyentes, son hombres insensatos, que se creen
superiores a Dios, sitos en una oscuridad finita donde solo pueden ver aquello
que la tenue luz de una vela les permite ver*19 a
sus necios ojos.
Llegando
aquí, ya deberíamos entender, que la esperanza ha de ser un menester pura y
exclusivamente del “no creyente”, ya
que para el “creyente” la esperanza,
no debería existir, pues el “creyente”
cree en lo bueno, y como dijimos, la esperanza es uno de los males que afligen
a nuestra sociedad.
Entonces
se hace indudable que la esperanza existe para los “no creyentes”, pero si existe… ¿se puede entonces no creer en
ella? ¿El no creer en algo que existe, vuelve al hombre “no creyente”?
Uno
de los motivos por los cuales creer es conmoción para el hombre, se da por
problemas comunes que no se pueden solucionar aplicando el sentido común, por
ejemplo según Jenófanes, poeta presocrático: “…si los bueyes, los caballos, y los leones tuviesen manos con que
poder pintar y esculpir como lo hacen los hombres, entonces los caballos
pintarían a sus dioses como caballos, los bueyes como bueyes; todos se
conformarían. Los cuerpos de los dioses a imagen y semejanza de los suyos
propios…”*20, el
sentido común nos guiaría a pensar entonces que en el antiguo Egipto, sin duda
había gente con cuerpo humano y cabeza de chacal o de cocodrilo o de gato*21,
entre otros… La lógica, la costumbre*9,
nos hace creer que este pensamiento es una estupidez.
Si
no podemos confiar en el sentido común, pues como decía Descartes “está tan repartido
que todos los hombres creen haberlo recibido como dote.”*22, si no nos podemos basar tampoco en las
diferencias, pues bien claro está que creer o no creer divide a la humanidad; es menester entonces basarnos en hallar la “verdad”
sobre en qué creen, los que creen.
Como
ya todos sabemos el sentido común, liso y llano, no nos servirá para llegar a
la “verdad”, pero… ¿Qué es la verdad? ¿La verdad es aquella que los Dioses a
través de fantásticas épicas y tragedias nos legaban enseñándonos ética y
moral? ¿Es la verdad aquel Fedón? ¿Es la “esse”
la verdad? ¿Dios es la verdad? ¿Ser independiente a cualquier organización o
confesión religiosa es la verdad? ¿Puedes determinar quién eres en un laberinto
de espejos, cuando realmente no sabes de qué lado del espejo estás?
Según
Friederich Nietzsche “Creemos en nuestra
creencia hasta el punto de que, por causa de ella, nos imaginamos de buena gana
la «verdad», la «realidad», la «sustancialidad».”*23, todo
aquello que creemos es una ficción, todo aquello que nos rodea es una ficción,
nosotros mismos somos una ficción. En el entramado de las distintas nociones
que nos confirman, somos a través de los otros (y de nosotros mismos) no más
que una noción que a sí misma se da identidad y existencia. Reformulando entonces la pregunta ¿Puedes delimitar tu realidad
como una verdad en un laberinto de realidades que tienen la misma pretensión de
verdad?
Ya todos nos damos cuenta que de nada sirve buscar una verdad, pues esta
depende pura y exclusivamente de nuestra creencia. Todos creemos en una “verdad”
según quien la crea… entonces, todos somos “creyentes”, siguiendo esta lógica,
solo un necio (o bien alguien que busque sacar un provecho), negaría la comunión
del pensamiento (propio de la humanidad) del creer como inexistente.
Pero
entonces… ¿en qué creemos? ¿Hay algo en común que una el mito, la duda, la
idea, la belleza, el bien, la esencia, Dios, Yo, y la ficción?*24
* Pathos: Se puede definir como: «todo lo que se siente o experimenta: estado del alma, tristeza, pasión,
padecimiento, enfermedad». Concepto ético referido a todo lo recibido
por la persona, biológica y culturalmente. Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Pathos
*1 Cita
textual de la carta de Umberto Eco: “La obsesión laica por un nuevo
Apocalipsis”, página 6 de ¿En que creen
los que no creen? De Umberto Eco, Carlo Maria Martini (Arzobispo de Milán), Con
la intervención de Emanuele Severino, Manlio Sgalambro, Eugenio Scalfari, Indro
Montanelli, Vittorio Foa, Claudio Martelli. © 1996, Atlantide Editoriale S. p.
A.
*2 Se hace referencia al mito de la caja (o jarra) de Pandora http://es.wikipedia.org/wiki/Caja_de_Pandora
*3 Karl Jaspers; La filosofía, Fondo de Cultura Económica, Bs as, 1083, Cap II,
pp 15-23
*4 La frase laissez
faire, laissez passer es una
expresión francesa que
significa «dejad hacer, dejad pasar» Fue usada por primera vez por Jean-Claude Marie Vicent de
Gournay,fisiócrata del siglo
XVIII,
contra el intervencionismo del gobierno en la economía. De forma completa,
la frase es: Laissez faire et
laissez passer, le monde va de lui même; «Dejad hacer, dejad pasar, el
mundo va solo». Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Laissez_faire
*5 Se hace referencia
a la carta escrita por Vittorio Foa, Cómo vivo en este mundo, febrero de 1996,
página 36 de ¿En que creen
los que no creen? De Umberto
Eco, Carlo Maria Martini (Arzobispo de
Milán), Con la intervención de Emanuele Severino, Manlio Sgalambro,
Eugenio Scalfari, Indro Montanelli, Vittorio Foa, Claudio Martelli. © 1996,
Atlantide Editoriale S. p. A.
*6 Se hace referencia a la teoría de un Dios que es capaz de todo y todo lo puede.
*7 Se hace referencia al cuento Infantil: El traje nuevo del rey, de Andersen http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/euro/andersen/trajenue.htm
*8 Se cita a San Agustín, en el libro VII, capítulo XVII de Confesiones.
*9 Cita textual del libro VII, capítulo XVII de Confesiones, San Agustín.
*10 Esencia en griego.
*11 Fedón o Sobre el alma (en griego clásico, Φαίδων ἢ περὶ
ψυχῆς) es un diálogo platónico que se ambienta
en las últimas horas de vida de Sócrates, antes de ser ejecutado.Platón utiliza este cuadro para exponer sus ideas de
madurez, la teoría de las Ideas, la teoría de la reminiscencia y la teoría de
la metempsicosis, como elementos
de una discusión sobre la inmortalidad del alma.)
fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Fed%C3%B3n
*12 Frase textual extraída de: De la verdadera religión, cap 39 (en F.Canals,
textos de los grandes Filósofos. Edad Media, Herder, Barcelona 1979, p18, San
Agustín)
*13 Entiéndase lógico, por el estudio constante en la repetición de
causa/consecuencia en el espacio/tiempo, sintetizando, la costumbre.
*14 Por la Esencia de Aristóteles la cual está compuesta por forma y materia,
*15 En la primera vía, fundada en el movimiento dice: “…Todo lo que se mueve es
movido por otro. Pero si lo que es mueve
a otro es, a su vez, movido, es necesario que lo mueva un tercero, y a éste,
otro. Mas no se puede seguir así indefinidamente”. Primera parte cuestión 2, a.
3, (en C.Fernández, Los filósofos
medievales. Selección de textos, 2 vols. BAC, Madrid 1980, vol II, p 484-489)
*16 En la segunda vía, fundada en la causalidad eficiente dice: “……Hallamos que
en este mundo de lo sensible hay un orden determinado entre las causas
eficientes; pero no hallamos que cosa alguna sea su propia causa, pues en tal
caso habría de ser anterior a sí misma, y esto es imposible. Ahora bien,
tampoco se puede prolongar indefinidamente la serie de causas eficientes […]Por
consiguiente, es necesario que exista una causa eficiente primera, a la que
todos llaman Dios…”. Primera parte cuestión 2, a. 3, (en C.Fernández, Los filósofos medievales. Selección de
textos, 2 vols. BAC, Madrid 1980, vol II, p 484-489)
*17 Hace alusión a la frase de David Hume, en su Compendio de un tratado de la
naturaleza humana (revista Teorema, Valencia 1977, p16) “No es, por lo tanto,
la razón la que es la guía de la vida, sino la costumbre. Ella sola determina a
la mente, en toda instancia, a suponer que el futuro es conformable al pasado.
Por fácil que esto pueda parecer, la razón nunca sería capaz, ni en toda la
eternidad, de llevarlo a cabo…”
*18 Cita textual de la Alegoría de la caverna, Platón; República VII, 514ª_517c
y 518b_d (R.VERNEAUX, Textos de los grandes Filósofos. Edad Antigüa, Herder,
Barcelona, 1982, p.26-30)
*19 Alusión a la Alegoría de la caverna, Platón; República VII, 514ª_517c y
518b_d (R.VERNEAUX, Textos de los grandes Filósofos. Edad Antigüa, Herder,
Barcelona, 1982, p.26-30)
*20 Cita Textual extraída del Conocimiento Objetivo, de Karlo Popper, Tecnos
Madrid 1992, 4ª p 312-314.
*21 Cita a los Dioses Egipcios Anubis, Sobek, Bastet, respectivamente
*22 Cita textual de la opinión de Claudio Martelli sobre la carta de Martini,
“El credo laico del humanismo Cristiano” del libro En qué creen los que no
creen, página 38.
*23 Cita textual de Nietzsche, F
extraída de: Nachgelassene Fragmente; Colli u. Montinari, 1980, XII, p.465.
*24 Breve resumen de los paradigmas filosóficos que se fueron dando a través de
la Historia (Presocráticos, Sócrates, Aristóteles, Santo Tomé, San Agustín,
Descartes, Nietzsche, entre otros…)
*25 Cita textual del artículo Lenguaje y educación, escrito por Jorge Larrosa
para el N 16 de la revista Brasilera de Eduación en el que entre otras cosas se
refiere a Nietzsche en: Lenguaje, conocimiento y moral: Nietzsche. Página 72
*26 Sa hace alusión a que la palabra no significa nada en sí mismo, sino más
bien que es dadora de significación, artículo Lenguaje y educación, escrito por
Jorge Larrosa para el N 16 de la revista Brasilera de Eduación
*27 Descartes muere de una neumonía debido al frío que tomaba yendo al palacio
real para platicar de Filosofía con la reina Cristina de Suecia. También se
cree que fue envenenado. Fuente: Gerardo Wehinger.
*28 Se hace alusión al ser que planteaba el presocrático Parménides, quien no
piensa en el ser como un ente, el ente es la cosificación del ser, el ente es
no ser, no es. En cambio el siendo, es el ser, es uno eterno y perfecto, es. No
se llega a la verdad a través de la razón.
*29 No existe ser que siendo no crea, pues todos creemos, todos somos
creyentes.