Oigo el pasar del viento,
cómo ajetrea las ososas ramas
de las alamedas que de a poco
por la primavera se reverdecen.
Veo el viento surcar la llanura
del lago criando corderitos
en su azulina transparencia
de profundos misterios.
Siento su caricia en el rostro,
su cálida compañía en el hombro,
su invitación a caminar juntos
y llegar a cualquier destino.
Huelo el aroma que de quien sabe
donde viene, pero llega,
llega tan perfecto como del lugar
de donde invisible ha escapado.
Sé que soy parte de esto,
de este viento arrollador
que a la noche arrulla
y a la piedra moldea.
Mi alma es un tifón
encerrada en una brisa
poderosa como lo eterno
y frágil como la vida.
cómo ajetrea las ososas ramas
de las alamedas que de a poco
por la primavera se reverdecen.
Veo el viento surcar la llanura
del lago criando corderitos
en su azulina transparencia
de profundos misterios.
Siento su caricia en el rostro,
su cálida compañía en el hombro,
su invitación a caminar juntos
y llegar a cualquier destino.
Huelo el aroma que de quien sabe
donde viene, pero llega,
llega tan perfecto como del lugar
de donde invisible ha escapado.
Sé que soy parte de esto,
de este viento arrollador
que a la noche arrulla
y a la piedra moldea.
Mi alma es un tifón
encerrada en una brisa
poderosa como lo eterno
y frágil como la vida.
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