-Gandhi. “Es mejor ser violento si hay violencia en mi corazón, que ponerse una máscara de no violencia para encubrir la impotencia”.
-¿Quién dijo eso?
-El mismo tipo. Gandhi no tenía miedo de luchar por lo que creía. ¿En que crees, B.A.?
En este Blog todos los escritos pertenecen a Estanislao María Newbery del Valle. Nacido en San Pablo Brasil y posteriormente radicado en la Argentina. Todo lo que aqui figura ha salido de una mente perversa y alocada por lo que se recomienda precaución en la lectura, debido a que estos escritos pueden ser ofensivos y/o dañinos para la salud mental de cualquiera, sin distinción de credos, sexo, razas y/o maneras.
Atrás
son los lugares a los que vamos
cuando el presente nos enclava.
Presente
es lo que somos, hacemos y pasa
dentro y fuera de nuestro control.
Nuestro
fue lo que nadie jamás entendió
y se explicaba en nuestras miradas.
Miradas
eran esas que en silencio –y de lo más profundo–
sonriendo o llorando, compartimos.
Compartimos
en un sin lugar, la morada,
de nuestros destiempos vibrando a la luz del tal vez.
Tal vez
sea la sinrazón y el sinsentido
de no vivir sin amarte amor.
Amor
fue dejar atrás el presente nuestro
entre miradas que compartimos tal vez después, amor.
No esperé que sucediera
como suceden los tal vez
ni que fuera el azar
quien se encarge de hacer
que lo que no sea, es.
No esperé el momento perfecto,
tal vez por inexperiencia,
por ignorancia, por falta de paciencia,
de fe, no lo sé.
Tal vez, simplemente, no crea
que existe lo perfecto
pero vuelvo a ver tus ojos
y de pronto olvido todo en lo que creo.
Cautivo,
me pierdo en los pasillos del deseo
en los que hay puertas y ventanas
que el presente cerró.
Tal vez mañana
cuando a nadie nada ya le importe
la existencia de esas puertas
de esas ventanas
podamos mirarnos a los ojos
sentirnos íntimos
y –porque no–
perfectos.
Se detuvo todo
como si el tiempo no fuera un referente
o la realidad un ancla de la cordura
como si lo necesario no tuviera lugar
y la casualidad no fingiera opciones.
Se detuvo como una culebra a la margen del río
contempló el silencio de las estrellas
la desvergüenza del infinito
el abismo profundo del cielo.
A las sombras que asomaron
las acalló con una mano
y por ahí se desplegaron todos los miedos.
Y creyeron
y cayeron
y callamos.
Cuando todo se detuvo
también calló el don de la palabra
y no hubo verbo, creación, ni absoluto.
Olvidó que las distancias
se acentúan sin memoria.
Cada vez que te sueño
abandona el tal vez
su condición de paraíso.
Se rompe así muy dentro mío
eso que siempre desee tener
pero olvido que realmente tengo.
No sé si te pasó
tener algo en tu mano
e igualmente
buscarlo por todos lados;
no sé si te pasó
tener algo frente a tus ojos
y perderlo de vista.
Seguro que sí
–es imposible que no sea así–
parece ser nuestra naturaleza
negarnos a ser quién somos
y buscar alcanzar ser,
aquella idea
que desde afuera se plantea:
¿Te has deseado feliz?
Aceptá quién sos y selo.
¿Te has deseado libre?
Aceptá quién sos y selo.
¿Te has deseado amado?
Aceptá quién sos y hacelo.
La vida es corta,
de vos y tus quehaceres depende;
aunque duela o cueste, nunca dejes,
que creencias o ideales foráneos
sean los que rijan
las huellas de tus pasos.