jueves, septiembre 21, 2006

Verde montaña y cielo, son las cosas que yo pienso -- Cosas

Si sentiste alguna vez la ira subiendo por tu cuerpo, carcomiendo tu sistema nervioso central, doliéndote en las coyunturas de las manos electrificadas y en la cabeza la presión; y las cuerdas vocales turbadas por la consternación, y sentís el desaforado grito encerrado entre tus fauces apretadas, chirriando los dientes entre sí, sacando furiosas chispas de esmalte que vuelan hacia afuera de la boca y chocan como esquirlas contra las paredes que te encierran; y la respiración está agitada y sentís los latidos del corazón golpeando en tu pecho, en las muñecas y en las sienes; y en la mitad de la frente un río azul de vena se dibuja como una leve loma latente. Y entrás en pánico de vos mismo y el éxtasis de la euforia empieza a zozobrar y baila violenta la ira, jugando en tus párpados, haciendo guiños anárquicos, arrítimicos, la espalda crespa, y los pelos de tu cuerpo erizados y los pies apretados dentro de los zapatos por la furia que invade tu estómago revuelto, y sentís esa rara mezcla de poder e impotencia y todo está tan confuso que lo mas lógico es gritar y golpear y romper y llorar y correr aunque sea en círculos... por favor, andá al psiquiatra, rabino, cura o puta más cercana. Lo que hoy empieza así, vaya a saber uno donde puede terminar si no lo dirigís de alguna manera. No te creas capaz si te falta paz. Cuando te aturdas, respira un rato por la nariz, exhala por la boca, no pienses en nada y si en nada no podés pensar, pensá en otra cosa y dejate llevar, bajá la ansiedad, apagá el cigarrillo o lo que tengas en las manos, recuestate en el piso, respira suave mirá al cielo y date cuenta que de nada sirve la locura, la vida pasará igual; está en tus manos como pasarla.

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