"...Para Daniela Ansa..."
Todos reaccionamos frente a algo y amamos eso que nos embellece por ser bello, y como el anillo del Señor de los Anillos, aquello que nos embellece, nos llena el alma de necedades y egocentrismos, nos posa sobre el Panteón y nos muestra que a todos le somos inalcanzables. Ser un Dios, es para pocos, la belleza nos engaña por más que solo sea momentánea y un punto de vista.
Tener cosas no nos hace
mejores, pero poseer el alma de aquellas cosas que la tienen, nos hace
infinitamente superiores. Dioses y demonios han peleado siempre por las almas
de los seres bellos, física, mental, moral y amorosamente. La nobleza que a
cada uno lo caracteriza, lo vuelve aún más apreciable, por esto es que son
pocos los artistas, en su afán de creación, que logran no la belleza de una
obra, sino, de darle alma a un objeto, al cual algunos verán como una obra de
arte, y otros, como un objeto de deseo el cual debe ser poseído sin importar
las consecuencias.
La avaricia de los dioses es
siempre en detrimento de los cuerpos portadores de almas, puesto que con tal de
poseer esas almas, torturan esos cuerpos, sus intelectualidades, sus fes, su
corazón y su espíritu, sin importarle el sufrimiento de los quienes.
Sucede, que no solo los
dioses se vuelven codiciosos de esas almas, los objetos entienden, que sin esa
alma no son más que una cosa sin valor y despreciada, la que nadie quiere, a la
que todos desdeñan y abandonan. Por tanto, arrebatar el alma de un objeto ha de
ser sí o sí un acto violento y desagradable, violento de violación, pues
penetran en la carne sin permiso y arrebatan al alma que inocente mora bucólica
e ignorante de su verdadero valor.
El objeto que desea poseer
esa alma, hace lo que sea para que esta no huya ni se vuelva miserable, créame,
toda la luz al apagarse se transforma en oscuridad. Con tal de retenerla, la
carne presenta a esta alma todos los placeres que consiga, algunos aún en
detrimento propio. El alma se adormece entre los narcóticos malcríos, y entre
las ironías, los desdenes y la belleza que el mundo puede ofrecernos, se
distrae, se olvida de sí misma y se echa a descansar en las aguas quedas de
lagunas aromadas por nenúfares y canciones de grillos alegres.
La materia se resiste al
tiempo mostrando su rostro de ironía, sus palabras sardónicas, su vida pueril.
La justicia no es divina, no es del hombre, lo justo es lo que uno logra con
sus propias manos aún en detrimento del otro. El otro no importa, todo se ha
acabado, y ya nada importa. Pero calla, no lo digas, no lo pienses, si lo
susurras júzgalo con ironía, no sea que el alma adormecida que sin querer
robaste, se despierte y elija dejarse llevar por un objeto que se suicida con
tal de recuperarla.
2 comentarios:
Te vi yacente, inaugurando un mundo incógnito de helada lejanía, tras un cristal fingido que rompía la soledad en dos: tú en el profundo abismo, yo asolada vagabunda en la otra orilla de la travesía.
Te vi, y en esa tarde tuya y mía, brocal del pozo oscuro en que me hundo, rescaté del recuerdo tanto olvido.
Poeta ...
La paz viene de pronto.
Es la alegría puesta de nuevo en pie, sobre la pena.
Lo que era ayer dolor, hoy es condena y se destierra la melancolía.
El trueno cesa.
Escucha ... la mar vuelve a cantar sobre la arena
Poeta ...
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