creí que me había olvidado de mí, de ser, de entender,
sin embargo tenía presente la paradoja del ojo
que ve lo que no es y, lo que no es no existe.
Entonces me alejé, por un rato, de la verdad y del bien;
y viví por vez primera y en carne propia, el silencio, el abismo y el mar
y fui el viento helado en mi columna vertebral y me convertí en suspiro.
Aquí me ves, como no soy,
un momento inexacto entre el ayer y el mañana.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario