En el silencioso ensayo del beso
la mirada trémola se refracta
en el espejo frío sin tiempo
que no sabe de ansiedades
ni espera sentir el sabor
ni el calor de una boca que ensaya
manifestarse coitidianemente
(aunque primeriza e ignorante)
en un mágico y exquisito momento
donde la vida no te ha preparado
ni a vos, ni a tu alma
que sin saber por qué
se desviven por sentir esos labios
que te quitan el habla
y te dejan sin sueño.
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