He llegado a la orilla del mar
donde la furia del océano
me ha negado la posibilidad
de ver, más allá del horizonte
y ante el clamar del viento
que de las nubes escapaba
con ferocidad salvaje
por hambruna insaciable
sin rendirme caí de rodillas
y por la arena fina
me deje golpear
hasta que al fin sangré
y entregué mi vida al destino
sin rendirme, pero entregado
acepte al mar tal cual era
al horizonte como lejano
al viento como hambriento
y a la arena como suelo
viví entonces una vida distinta
no dejé, que ninguna ajena circunstancia
tuviera realmente, relevante importancia
y entonces viví
por primera vez mi vida.
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