Cuando un ángel llora,
el mundo mágico se llena
de porqués y fantasías,
los frutos dorados,
del jardín de las espherides,
parecerían refulgir
más que el ardiente sol
y bajo el llanto dador de vida
los colores del paraíso
se renuevan tanto,
que hasta el brioso atardecer
siente cierta envidia.
Cuando un ángel llora,
apreta un nudo en la garganta
y es tanta la necesidad de libertad
que las lágrimas que escapan
llevan revoluciones
allá donde fuera que caen
y las cosas, cambian.
Cuando un ángel llora,
la vida se llena de vida
y uno agradece poder estar,
en el camino de esa lágrima.
Por eso llore cuanto quiera,
por eso llore cuanto pueda,
por eso llore cuanto sienta,
que son sus lágrimas dadoras,
de porques y fantasías.
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