Tomate un descanso, sugirieron,
y entonces los unicornios recorrieron
los distintos arco iris que cruzaban
las avenidas pobladas de autos de Goma Eva
coloridos y buenazos, incapaces de lastimar
a los hombres y a las mujeres de espuma
que acariciados por la brisa primaveral
se dejaban llevar por la corriente
como si flotaran en un infinito lleno de estrellas.
Tomate un descanso, diagnosticaron,
y entonces las madreselvas tuvieron hijos
y los dientes de león tuvieron comida
y las mariquitas tomaron el poder
sobre los pulgones devoradores
de las rosas de los rosales, de los jazmines
del jazminero, de las petunias del petunial.
Tomate una pastilla, recetaron,
y el perro orinó en la puerta
y el gato orinó en la puerta
y el canario dejó de cantar y calló
y el canario dejó de volar y cayó
y las moscas, los caracoles y los gusanos
se adueñaron de la sala, la cocina,
el comedor y el dormitorio
y a mí me importo un pomo.
Entonces quise despertar,
pero no sabía ya qué realidad
pertenecía a qué mundo
o a qué mundo pertenece cada realidad...
Leo los diarios, los posteos en Twitter,
en Facebook, en Tinder, en Instagram,
y creo que todos estamos dormidos o,
que al final, de tanto andar descansando
a nadie le importa un pito que hayan orinado
por demás ante nuestras puertas
y las de los vecinos,
que ya casi no cantemos, ni volemos
o que nuestros cuerpos y nuestros hechos
no sirvan más que para alimento
de moscas, de caracoles y de gusanos.
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