Su cabeza con laureles coronada
parece que a huir se rehusa
de aquellos que lo acusan
con la lengua envenenada.
Mas su roto corazón
sabe que el tiempo ha llegado
que el amor es del pasado
y para estar, no hay más razón.
Quienes el trono le dieron
del trono ahora han de quitarlo
no hay más fin que despojarlo
por ser rey justo y severo,
pues le temen los amigos
que a robar y matar mandan,
temen los que en algo andan,
se ha llenado de enemigos.
Ante la aversión abrió sus alas
nació el bullicio entre las gentes,
al que no era indiferente,
sentía el alma que quemaba.
Doloroso fue su duelo
no se pueden dar idea,
sobre el fuego de las teas
desplegó sin rumbo el vuelo.
Se perdió en la lontananza
dejando atrás su pueblo amado
que sin saberse engañado
murió al filo de la lanza.
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