Dame otro café
que sería darme
otra oportunidad.
Dame otro café
oscuro, fuerte y amargo
que me baje por la boca
y que al estómago
por dentro manche,
que a los nervios altere
hasta marearme el ego.
Dale, atrevete,
compartí conmigo
un poco más de cafeína
y que la excitación
de nuestros labios temblorosos
se mezcle con la respiración
exultante y exaltada
al convencernos mutuamente
de volver a ser amantes
y desarmarnos en la cama.
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