Caen tristes y yertas
las hojas secas del otoño
pues el frío va dejando
en el añejo paisaje
la impronta del tiempo pasando
la huella del destino
el sabor del olvido
en cada piedra con escarcha.
Las aves que se pierden
en el horizonte lejano
creen que allá vuelan
pues así les fue mandado
pero del a dónde van
no tienen idea
cual es el destino
que por ellas espera.
A la vera del arroyo
un viejo perro macilento
bebe el agua tranquila
que parece estancada
por lo lento que pasa,
y unos metros más allá
un hombre con sombrero
que a la orilla del fuego
se dispone a descansar.
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