Pierdo la voz hablando con tapias
con piedras que nunca pueden
con gente que ya no quiere
pero que siente, que alguien ahí
existe para ellas, aunque sea,
en un breve espacio tiempo.
Genero caricias que a la piel erizan
que a los mansos energizan
que a los sistemas anarquizan,
que levantan barreras y comisuras
que grises y tristes se transforman
en multicoloridas sonrisas.
Susurro ventarrones que vuelan techos
que rompen muros,
que cierran bocas, abren piernas,
ventanas y corazones
e invitan a salir para buscar lo nuevo
y olvidar al olvido.
A veces quedo mudo
y el don de la palabra
que acarica y desbola
con terremotos y huracanes
se pierde entre papeles blancos
con renglones insustentables.
Presente siempre la palabra
invisible, muda, escondida
generadora de vida
escaldadora de penas crudas
milagrosa, imperfecta, compañera
y dispuesta a disipar el dolor con ternura.
con piedras que nunca pueden
con gente que ya no quiere
pero que siente, que alguien ahí
existe para ellas, aunque sea,
en un breve espacio tiempo.
Genero caricias que a la piel erizan
que a los mansos energizan
que a los sistemas anarquizan,
que levantan barreras y comisuras
que grises y tristes se transforman
en multicoloridas sonrisas.
Susurro ventarrones que vuelan techos
que rompen muros,
que cierran bocas, abren piernas,
ventanas y corazones
e invitan a salir para buscar lo nuevo
y olvidar al olvido.
A veces quedo mudo
y el don de la palabra
que acarica y desbola
con terremotos y huracanes
se pierde entre papeles blancos
con renglones insustentables.
Presente siempre la palabra
invisible, muda, escondida
generadora de vida
escaldadora de penas crudas
milagrosa, imperfecta, compañera
y dispuesta a disipar el dolor con ternura.
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