Qué difícil se me hace olvidarte,
llevo impregnados tus aromas,
tus suspiros, tus miradas
y palabras, de una forma exagerada,
como si hubiéramos compartido
toneladas de caminos y pesares.
En cambio fácil se me hace recordarte,
es tu imagen una daga nocturna
que hela el mañana y arrincona al alma
mientras más se acerca el ocaso.
Será, tal vez, por tu distancia contigua,
tu andar invisible, esa presencia in abstentia,
la huella, fresca profunda y sincera.
El deseo de amarte de pies a cabeza,
con la infinita ilusión punzante
de besar, de abrazar, en la constancia
de la noche estrellada
tu cuerpo incorporeo
evanecido en la almohada.
A veces creo que el amor equivoca
al corazón que siente
a la mente calma
al caminar tranquilo
al destino errante
y a la aceptación consciente
de nuestro aquí y ahora.
¡Qué dolor el del amante
que ama en soledad!
llevo impregnados tus aromas,
tus suspiros, tus miradas
y palabras, de una forma exagerada,
como si hubiéramos compartido
toneladas de caminos y pesares.
En cambio fácil se me hace recordarte,
es tu imagen una daga nocturna
que hela el mañana y arrincona al alma
mientras más se acerca el ocaso.
Será, tal vez, por tu distancia contigua,
tu andar invisible, esa presencia in abstentia,
la huella, fresca profunda y sincera.
El deseo de amarte de pies a cabeza,
con la infinita ilusión punzante
de besar, de abrazar, en la constancia
de la noche estrellada
tu cuerpo incorporeo
evanecido en la almohada.
A veces creo que el amor equivoca
al corazón que siente
a la mente calma
al caminar tranquilo
al destino errante
y a la aceptación consciente
de nuestro aquí y ahora.
¡Qué dolor el del amante
que ama en soledad!
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