He combatido contra cada demonio
pero vergonzante confieso
que no a todos he pasado por el hierro
pues más de uno en un combate
ha sabido bañarme
en suplicas de deseo y barbarie,
pero he luchado
aún cuando creí no tener fuerzas
y a pesar de creerme derrotado
igualmente levantarme
con la mano en alto
y el filo desenvainado
brillante cortando el viento
que del norte venía soplando.
He combatido contra la desidia
contra la pereza, la desconfianza,
contra la vileza y la pobreza del espíritu
también he luchado,
he combatido contra el desgano
contra la no fe, contra el abandono
y el arrepentimiento también he luchado.
He peleado a brazo partido
contra lo que creí injusto
y al ajusticiar con el músculo
lo que proferí con el verbo
encontré que siempre hay injusticia
cuando la sangre llega al río.
He luchado hasta caer rendido
y estar tan herido que ni la lengua
pudo desear mis últimas palabras
y tal vez por eso fue
que más tarde pude realzarme
y volver a batallar tantas veces
como aguante el alma
cuanto pueda el cuerpo.
He batallado tantas batallas
que sin querer he comprendido
que la mejor pelea es la que no se lucha
y la mejor victoria es la que no se obtiente,
he batallado tantas veces
que al filo del campo de batalla
me siento a contemplar como pasan
los cadáveres de mis enemigos
mientras que con honores me despido
de las almas de mis seres queridos.
pero vergonzante confieso
que no a todos he pasado por el hierro
pues más de uno en un combate
ha sabido bañarme
en suplicas de deseo y barbarie,
pero he luchado
aún cuando creí no tener fuerzas
y a pesar de creerme derrotado
igualmente levantarme
con la mano en alto
y el filo desenvainado
brillante cortando el viento
que del norte venía soplando.
He combatido contra la desidia
contra la pereza, la desconfianza,
contra la vileza y la pobreza del espíritu
también he luchado,
he combatido contra el desgano
contra la no fe, contra el abandono
y el arrepentimiento también he luchado.
He peleado a brazo partido
contra lo que creí injusto
y al ajusticiar con el músculo
lo que proferí con el verbo
encontré que siempre hay injusticia
cuando la sangre llega al río.
He luchado hasta caer rendido
y estar tan herido que ni la lengua
pudo desear mis últimas palabras
y tal vez por eso fue
que más tarde pude realzarme
y volver a batallar tantas veces
como aguante el alma
cuanto pueda el cuerpo.
He batallado tantas batallas
que sin querer he comprendido
que la mejor pelea es la que no se lucha
y la mejor victoria es la que no se obtiente,
he batallado tantas veces
que al filo del campo de batalla
me siento a contemplar como pasan
los cadáveres de mis enemigos
mientras que con honores me despido
de las almas de mis seres queridos.
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