Comienza el show.
Se presentan los actores.
Empieza a rodar la farsa
los que no visten de gala
llevan sus harapos pobretones
pues tal vez y con suerte
rompan los corazones
de aquellos que en sus bolsillos
la fortuna tintinea
entre peniques y chelines
y alguna moneda caiga
sobre sus mugrientas palmas.
Los aplausos del final
son para el actor principal
la limosna de un ávido público
que rubricó momento a momento
el cómo de su actuación
al que corona con flores
sobre el siempre vasto escenario.
Los pobretones a la salida
disfrutan del beneplácito
que tengan los concurrentes
tal vez una hogaza de pan,
tal vez un pedazo de queso,
tal vez no sientan por ellos
el mismo desprecio que demuestran,
cada domingo, en la puerta de la iglesia.
Se presentan los actores.
Empieza a rodar la farsa
los que no visten de gala
llevan sus harapos pobretones
pues tal vez y con suerte
rompan los corazones
de aquellos que en sus bolsillos
la fortuna tintinea
entre peniques y chelines
y alguna moneda caiga
sobre sus mugrientas palmas.
Los aplausos del final
son para el actor principal
la limosna de un ávido público
que rubricó momento a momento
el cómo de su actuación
al que corona con flores
sobre el siempre vasto escenario.
Los pobretones a la salida
disfrutan del beneplácito
que tengan los concurrentes
tal vez una hogaza de pan,
tal vez un pedazo de queso,
tal vez no sientan por ellos
el mismo desprecio que demuestran,
cada domingo, en la puerta de la iglesia.
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