(*) Árbol de Ciclamor |
puedes cuando la boca abras,
pues aunque digas con amor
duelen mucho las palabras.
Es en el ríspido clamor,
donde el mal pergeña y labra,
se hace fuerte el desamor
del que tiene pies de cabra.
La puta se vuelve doña,
y el pecador, monseñor.
En lo puro hallan ponzoña
y se las dan de gran señor.
En su verbo hay tanta roña
que opacan hasta al ruiseñor.
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