Entre el callar de mis dedos,
agónica la palabra,
se escurre sin miedos.
Lacónica, soez, macabra.
Su estandarte son los credos,
con los que orfebre labra
malentendidos y enredos
que hundirían a una zabra.
Crees que podrás manejarla
porque ésta está a tu servicio,
mas nunca podrás domarla.
Ella encuentra el orificio,
para en medio de una charla,
demostrar tu poco oficio.
agónica la palabra,
se escurre sin miedos.
Lacónica, soez, macabra.
Su estandarte son los credos,
con los que orfebre labra
malentendidos y enredos
que hundirían a una zabra.
Crees que podrás manejarla
porque ésta está a tu servicio,
mas nunca podrás domarla.
Ella encuentra el orificio,
para en medio de una charla,
demostrar tu poco oficio.
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