A María Rodríguez, mi musa,
Cuando quise recordar
que había vivido entre tus pensamientos secos
por el tiempo que azotó
con tempestades tus ilusiones de niña princesa
encontré mi ataúd abierto y entre tus brazos con fuerza,
mi cuerpo atrapado sin mi alma despierta
Quise gritarte ¡no me olvides!
pues mientras me recuerdes podré
seguir riendo entre tus poemas
pero ¡Ay!
oídos sordos hay
en la tristeza cuando
con ansias el desanimo nos insulta y golpea.
Quise amarte más allá del tiempo
ser la piel
en tus manos princesa
ser la sal
de las perlas en tus pómulos cansados
quise
ser el motivo
de esa sonrisa que a orillas
del Duero sin saber por qué de ti escapa.
He muerto,
tu lo has visto,
tu lo has dicho.
Aún queda
la oscura huella sobre la blanda arena
a orillas de un río que ya
llegó a la infinita mar.
1 comentario:
Publicar un comentario