por lo que el sol también se permitió un segundo para la escucha;
entonces la luna redonda y blanca
se posó y cantó suavecito una linda canción de cuna.
Y se durmieron las ansias
y se calmaron las angustias,
y las lágrimas rodaron hasta la boca
y sin darse cuenta siquiera,
transformaron toda pena en sonrisa.
Y miré por la ventana
y en la rama del viejo roble
que llena mi patio de crujientes hojas marrones,
hubo un colibrí que le dio sus colores al aire levantando vuelo
desapareció silencioso en algún lugar del camino.
Y pensé en vos
y en las estrellas
y en la luna
y en el colibrí
y en los sueños
y en el destino
y una lágrina furtiva me acarició el rostro
y al llegar a mi boca inquieta,
susurró tu nombre
y silencioso en algún lugar del camino
sin darme cuenta siquiera,
sonreí.
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