estallará la muerte en mi pecho con todos los colores
y los horrores de la vida se marchitarán silenciosos
detrás de mi mente que ahora gris,
sangra pálida y aburrida.
No tendrán mis manos el deseo de la busquedad
ni mis brazos hallarán el placer de los abrazos,
no tendrán mis labios otro sabor que el de la parca
y esos besos silenciosos que se enquistan en palabras,
nunca serán dados, ni jamás serán escritos.
Navegarán mis recuerdos silenciosos
velando el sueño de los ángeles que conmigo hayan muerto
y me olvidará el ciprés,
también el álamo,
y el terco maitén,
se romperán las jarcias que atoan la barca de Ramsés
y en ese paraíso que alguna vez creé
dormiré sin paz reencontrándome.
Se apagará luego el universo,
el después
el tal vez,
guardo con desespero todos los recuerdos que encuentro
antes,
de que se acabe el para siempre.
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