Para que haya equidad hay que establecer que la libertad debe estar al servicio del contexto al que pertenecemos. Asimismo, este contexto, debe azuzar a todo individuo a elegir con justicia cómo realizar sus sueños; así, cada sueño, será un acto de amor para y con el otro; y no, una reacción egoísta en tanto a las necesidades personales. La solidaridad debe ser la base en la que se erija nuestra ley, puesto que, actuando solamente desde la lealtad -sin un trazado inteligente que marque un objetivo afín- ninguna obra culmina cómo, ni cuándo debe. Lograr equidad, es de cojonudo.
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