Cuando las ansias
por comer un dulce durazno maduro te sorprendan en otoño,
deja pasar de largo la ansiedad,
el dulzor que añoras del durazno
no estará allí hasta el verano.
Ocupate mientras tanto en realizar tus sueños,
no corras detrás de futiles deseos
que a quién eres, confunde.
Deja que el tiempo actúe
y confía en su sabia paciencia.
Si de ti no depende,
que entonces no turbe tu calma interior.
Cuando la ansiedad quiera adueñarse de tus acciones,
simplemente, no la dejes.
Inunda de paz tu mente,
equilibra el temple
y endulza tu alma.
No dejes de lado tu ser.
No cedas el control a nada, ni a nadie,
recuerda siempre que es tu vida
y en ella sólo tú decides.
De tí no depende
que el durazno madure
que el sauco florezca
pero sí
qué hagas mientras esperas.
Sin darte cuenta,
llegará el momento en el que
sin prisa pero con porqué
del tallo se suelten y vuelen
las semillas del diente de león
y tu alma en flor
sea dulce como el verano.
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