No creo en lo que no debo
y lo que debo
no me pertenece
pues aquello que parece
no siempre se merece
y hasta lo que más vida porta,
a la larga o a la corta,
al final siempre perece.
Si pudiera y tuviera
el don de la entención
no andaría distraído
sin juicio ni perdón
pues al hombre que ha caído
no lo hunde el aluvión
ni al hombre que se yergue
lo traiciona el corazón.
No creo
me dedico a ser
y a vivir
todo lo que me caiga en gracia.
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