Se va deshojando Julio y cada día que llega, llega con un nuevo viejo escrito de este escritor que cada día sube una entrada nueva y distinta. El TOP 31 anual, hoy es un clásico de este blog, y el fin de esto es compartir las 31 entradas que han sido más del agrado del pergeñador de este rincón de la internet. En estos días rememoraremos los escritos escondidos en el pasado, que gustosos se asoman a saludar desde la ventana que el presente ofrece para que uno pueda mirar atrás y no olvidar que la base del futuro es este presente que hacemos día tras día, basándonos en el pasado que forjamos a su tiempo. Iremos de a poco, sin orden de preferencia, uno a uno por treinta y un días dejando en el tintero algunos de los que han quedado para en cualquier momento, desvergonzadas, reaparecer.
Con ustedes el cuento intitulado "En pocas palabras", del libro "Y más cuentos...". Subido al Blog el 03 de agosto del 2010
En pocas palabras...
Aquel de allá sabe ser un buen entendedor, por lo que las conversaciones con él no suelen durar más que unos pocos minutos. Lo bueno que tienen aquellos que saben entender, es que prescinden de elocuentes explicaciones.
Dicen, los ideólogos que se atreven a ser contradecidos y a debatir sus ideas, que quienes saben entender son aquellos que alguna vez pudieron explicar lo que para otros era inexplicable.
Aquel de allá es un eximio explicador, que a causa de unas explicaciones que estaba dando, entendió que ya no estaba para explicar, si no más bien, para entender.
Para entender lo inexplicable es necesario saber los hechos, y los buenos explicadores, antes de explicar cualquier situación, primero necesitan saber al menos tres verdades absolutas sobre aquello que necesita ser explicado.
Los entendedores podrían saltear este párrafo, pero los aspirantes a explicadores deben saber que hay tantas verdades absolutas como puntos de vista disímiles existan en el mundo.
Los confundidores utilizan esto, y en ciertas ocasiones, saben contratar mediadores a los que suelen llamar explicadores y así es como dan comienzo a su menester.
Los creyentes, desean que los explicadores oficien una suerte de mediación, pero la sutil diferencia existente entre mediadores y explicadores es tan obvia, que hasta los no entendedores la entienden facilmente, igualmente, los explicadores nunca dejan nada al azar y siempre piden a los aclaradores que aclaren aquello que se da por sobreentedido; por lo que los aclaradores siempre rezan: "... quienes median logran un acuerdo entre las partes, sin que estas conozcan ni entiendan, el por qué de una y de otra. En cambio los explicadores siempre dan a conocer el porque de las partes y una vez que esto ha sido explicado y aclarado a los entendedores de las partes, las partes llegan o no a un acuerdo según lo dicte su conciencia...", claro que existen los concientizadores que son quienes logran que las partes se den cuenta bajo que pulsión se está actuando y a qué razón se está respondiendo.
Los explicadores tienen el deber de explicar las situaciones a las partes hasta que estas estén claras; por lo que muchos explicadores suelen trabajar junto a un aclarador quien se encarga de aclarar algunas explicaciones que suelen tener doble filo.
Explicadores y aclaradores a veces contratan a medidores que son los que se encargan de medir con distintas varas, la longitud y/o profundidad de las ideas que necesitan ser debatidas, explicadas, aclaradas y entendidas.
Una vez cerrado el círculo, las ideas pasan a las manos de los concientizadores quienes intentan imprimirlas en el inconsciente colectivo.
Los explicadores retoman la posta, una vez que la idea se ha popularizado y que necesita ser llevada a cabo. Quienes se encargan de este paso, son los realizadores, que para entender la idea impresa en el inconsciente colectivo deben primero conseguir quien se las explique.
Una vez que los explicadores logran hacer entender la idea impresa en el inconsciente colectivo a los realizadores, estos últimos concretan la idea, y la idea deja de ser tan solo una palabra y pasa a ser un simple hecho, también conocido como consecuencia.
Por esto es, que esos que idean dicen, que para ser un buen explicador menester es ser un mejor entendedor ya que aquello que no se entiende poco se puede explicar.
Existe una vieja anécdota, que data de los tiempos de Galileo, donde explicadores de la ciencia y de la religión, no llegaban a entenderse entre ellos (en parte por que los aclaradores cada vez que abrían la boca oscurecían el panorama; en parte por los confundidores, que oportunistas, como deben ser los confundidores, aprovechaban el momento y sembraban discordia tratando de hacer intervenir a los mediadores, que son sus lugartenientes en el campo de batalla de la ideología).
Los explicadores de una ideología explicaban a los entendedores de la otra, que la tierra... giraba. A su vez, los explicadores de la otra ideología explicaban a los entendedores de la primera, que la tierra... rotaba.
Entre estos fuegos, los medidores quitaban y ponían de encima del tablero la infinita cantidad de varas que hacen falta para medir el alcance de la ciencia y la profundidad de la religión, mientras que los aclaradores echaban agua con tal de esclarecer, y los confundidores utilizaban el agua y la tierra, para embarrar el tablero y justificar así la necesidad de mediadores.
Entre tantas varas y palabras, las ideas se tornaron incisos que incisivos concluyeron incomodando a los concientizadores de tal manera que para entender, no les quedó otro camino que acudir a los mediadores, que con tal de llegar a un acuerdo, omitieron ciertas cosas (de cierta relevancia) de cada una de las partes.
El debate sobre si la tierra gira o rota llevó tanto tiempo que al final Galileo quedó condenado al silencio.
Una mañana en un lugar distante, un explicador contó esta triste parábola con el fin de explicar, el por qué de un problema a resolver entre una mula y un asno. Al terminar la historia, un niño comenzó a reir. Sin entender que sucedía ante tan confuso episodio, el explicador acusó al niño irreverente de confundidor, de ser el responsable de aquel conflicto ya que, como explicara rápidamente, "... quien no hace nada en pos de resolver un problema, solo logra que este empeore..."
Ante las miradas inquisidoras del explicador, el asno, y la mula... el niño rompió a llorar desconsolado y entre lágrimas se disculpó diciendo que lo que el explicador contaba era para dar a entender que no tenía importancia si la tierra giraba o rotaba, que fuera como fuera igualmente el planeta daba vueltas, y que lo importante era, que girase o rotara, todos estábamos sobre él.
El asno y la mula compartieron sus desgracias, dividieron sus penas y multiplicaron su alegría.
El explicador limpió las lágrimas que de los ojos del niño y se arrodilló frente a él... quiso rogarle que lo acepte, en carne y alma como su discípulo, pero no hizo falta que abriera su boca, ni que explicara su sentir. El niño lo abrazaba con tierno amor.
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