Se va deshojando Julio y cada día que llega, llega con un nuevo viejo escrito de este escritor que cada día sube una entrada nueva y distinta. El TOP 31 anual, hoy es un clásico de este blog, y el fin de esto es compartir las 31 entradas que han sido más del agrado del pergeñador de este rincón de la internet. En estos días rememoraremos los escritos escondidos en el pasado, que gustosos se asoman a saludar desde la ventana que el presente ofrece para que uno pueda mirar atrás y no olvidar que la base del futuro es este presente que hacemos día tras día, basándonos en el pasado que forjamos a su tiempo. Iremos de a poco, sin orden de preferencia, uno a uno por treinta y un días dejando en el tintero algunos de los que han quedado para en cualquier momento, desvergonzadas, reaparecer.
Con ustedes el cuento intitulado A la que la muerte acompaña, del libro "Y más cuentos...". Subido al Blog el 23 de diciembre del 2010
A la que la muerte acompaña
Por más que quería demostrar otra cosa, ya nada volvería a ser como antes. Lo que no significa algo negativo, siempre y cuando ambas partes generen el mismo cambio.
Ella miraba el atardecer tan encerrada en sí misma que ni siquiera se dio cuenta del escalofrío que la recorrió de cuerpo entero cuando la sombra de él le rozaba apenas el hombro a modo de saludo, tal vez de llegada, tal vez de partida.
El humo del cigarrillo entraba y salía de su boca en un frenesí salvaje y sin sentido. La cercanía a navidad y año nuevo le movía tantas cosas dentro que pensar en él (que andaba por ahí merodeando vaya una saber donde), le era una tarea titánicamente execrable.
El olor a nylon quemado se metió profundo en sus retinas y una lágrima (tal vez de humo, tal vez de realidad), escapó de su ojo y cayó sobre su mejilla raudamente, tal cual la colilla del cigarrillo extinguido hace un rato en una suerte de venganza propia contra sí misma.
Este vicio de mierda me va a matar a mi también, pensaba al tiempo que tiraba el atado de cigarrillos casi acabado sobre la otra punta de la casa, pensando o más bien deseando, que así pudiese dejar su vicio autocompasivo de lado. Leyó la leyenda que él había dejado escrita en el espejo del baño: “…lo que no te mata te debilita hasta que prefieres morir antes que seguir con una vida de mierda...” apretó los puños y los labios con fuerza.
Abrió el botiquín y sacó de allí otro atado de cigarrillos y una cajita de fósforos… “Cerillos….”, pensó en España, y sin querer pensó en cómo algo tan inocuo como un cero, depende de qué lado esté parado, puede construir un imperio o destruirlo.
Prendió el cigarrillo y al fósforo lo tiró dentro del inodoro que aún tenía la tapa levantada. Qué costumbre de mierda que tienen todos estos, quiso decirse a sí misma mientras tapaba el inodoro, pero una lágrima (causada tal vez por el recuerdo, tal vez por la realidad), no la dejó llegar al fin de la travesía, por lo que con una leve sonrisa dejó el artefacto destapado y que de ahí siga fluyendo toda la mierda que hace de su vida, una lisonja constante.
Querer morir tan joven, que desmedro… que tristeza….
Los que la conocen lloran su suerte, pobre chiquilla solitaria, que por la parca caminar a su paso a quien toca deja tieso en el reino de los vivos, mientras ella, solo se siente viva en el reino de los muertos.
No es que quiera estar muerta, tan solo desea estar con él, que hace poco su carne se tornó en sombra que ronda tras ella recordándole a cada segundo, que ella fue, lo más hermoso que le pasó en la vida.
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