Cuando aún
no vislumbro qué sucede
y lo que está en mis manos
no está bajo control
y tus ojos trémolos me miran
y no hay mirada
si no miedo
temo
que la vida juegue esa carta
que nos tiene reservada
y la juega
al final de la partida.
Cuando me doy cuenta
que nada está en mis manos
y que de nada tengo el control
caigo sobre mis rodillas
e imploro clemencia.
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