Y de qué sirvió
si no abriste el corazón
negándote a ser libre,
si hipotecaste tu deseo
a un incierto futuro
al cual culpás de verdugo
de tu propia felicidad.
Y de qué sirvió
cruzar las distancias,
cambiar las fronteras
si en ninguna parte del camino
rompiste si quiera una cadena
que ataba tu destino
según el qué dirán.
De qué sirvió
cerrar los ojos hacia adentro,
acallar el grito de aquello
que sentías en lo profundo
y que no dejaste escapar
ni aún cuando
no quedaba otra alternativa.
Ahí están tus dedos
señalando en el espejo a alguien
que nunca en la vida fuiste vos.
Esa imagen, esa fantasía,
no tiene origen más que el miedo
que causa hacerte cargo
de tu elección de vida.
Hoy, esa imagen, esa fantasía,
te mira desde el reflejo
y se caga de la risa.
Egorrexis - Foto: J.Newbery |
negándote a ser libre,
si hipotecaste tu deseo
a un incierto futuro
al cual culpás de verdugo
de tu propia felicidad.
Y de qué sirvió
cruzar las distancias,
cambiar las fronteras
si en ninguna parte del camino
rompiste si quiera una cadena
que ataba tu destino
según el qué dirán.
De qué sirvió
cerrar los ojos hacia adentro,
acallar el grito de aquello
que sentías en lo profundo
y que no dejaste escapar
ni aún cuando
no quedaba otra alternativa.
Ahí están tus dedos
señalando en el espejo a alguien
que nunca en la vida fuiste vos.
Esa imagen, esa fantasía,
no tiene origen más que el miedo
que causa hacerte cargo
de tu elección de vida.
Hoy, esa imagen, esa fantasía,
te mira desde el reflejo
y se caga de la risa.
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