qué tan cerca de la muerte duerme
hasta que despierta
y se encuentra
que a los pies de la cama
descansa la parca
que con ojos llenos
y una dulce sonrisa
se acicalaba mientras dormíamos.
Esta mañana su mano de hueso
se ha posado sobre mi frente delirante en fiebre
y sus dientes ososos me han besado sin labios.
No dormiré solo
en el más allá de esta noche
ni ninguna otra, supongo,
aunque las sombras y la soledad
se han apoderado del adiós
y del otro lado de la cama.
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