reconozco esos viejos horizontes transitados
de los que no siento nostalgia ni rechazo.
Mis pies tienen cayos y asperezas
pues caminaron ya esos caminos.
A veces las durezas de camino
nos vuelve más sabios;
las otras veces,
alimenta al necio que guardamos dentro.
Por eso vuelvo,
a este lugar que alguna vez fue hogar
de aquello que era pero no seré jamás.
Vuelvo a este refugio en donde lo malo es conocido
y lo que era desconocido ya se ha hecho amigo
o quedó muerto en el camino
que desandaron mis pies cuando se echaron a andar.
Soy también este niño eclosionado,
soy también este hombre deconstruido.
Aquí están mis alas chuecas, mi ceño fruncido
y la esperanza de bolsillo que siempre llevo
aún cuando no voy a ningún lado.
No importa que no estés junto a mí.
Te llevo adentro y sos parte de quién soy,
a pesar de tus miserias
gracias a tus dones.
Ya hemos muerto tantas veces
que una más, sólo alimenta la aquiescencia
de ser quien quiere y entonces, puede.
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