Aterrado, sin sentido,
de a poco se van prendiendo
las luces del desconcierto
mientras el sol cae
salpicando de roja sangre
herido por el hombre
que a su ocaso adelantó.
Han callado las aves su canto
y pioneros nubarrones de tormenta
encallaron en el firmamento
y amenazan con sus truenos
previniendo a la tierra
que en el cielo un Dios ha muerto.
Y tú... mísero mortal
que al ir y venir
de las inclemencias estás
ignoras aquello que tarde o temprano
/sucederá
sentado sin fatiga en tu sillón señorial
con una copa de olvido en la mano
y en los labios una falsa esperanza natal
sueñas tu sueño de un mañana
que nunca jamás llegará.
Sueña mientras puedas
la muerte por tí espera.
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